El gran casamiento

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Brilloso elenco anima unos módicos enredos

Se pasa el rato con esta comedia de gran elenco y pequeñas aspiraciones. Remake norteamericana de una buena historia francesa, pinta alegremente los enredos de una boda medio engañosa. El hijo adoptivo se casa y a la ceremonia vendrá su madre biológica. El problema es que él siempre le pintó una familia sustituta ejemplar, y la realidad es un poquito distinta. Y para que la pobre mujer se vaya contenta, habrá que fingir.

Así es como los padres adoptivos, malamente divorciados, vuelven a estar juntos por unos días, para lo cual deben desalojar a la tercera en discordia, que se ofende y muestra las garras, y la hilacha. Tampoco la hija es materia dispuesta. No acaban ahí los problemas, pero con este anticipo ya puede imaginar el lector cómo viene la mano. Hay enredos, posibilidades de lucimiento actoral, una casona hermosa en Conneticut, expectativas de fiesta con lindos vestidos, linda fotografía, posible reconciliación, en fin. Robert De Niro, Diane Keaton y Susan Sarandon parece que estuvieran rascando en la temporada marplatense, pero ya tienen tanta cancha que caen por demás simpáticos. Los secundan Ben Barnes (el príncipe Caspian), Amanda Seyfried, Robin Williams en rol de cura, Katherine Heigl, y Patricia Rae, neoyorquina nieta de colombianos que acá hace de madre. Su hijo en la ficción es Barnes, inglés de pura cepa que hace de colombiano con entonación mexicana.

El responsable es Justin Zackham, cuyo mayor mérito hasta ahora es haber escrito el guión de "Antes de partir", la de Rob Reiner con Jack Nicholson y Morgan Freeman, y aquí oficia de director, coproductor, guionista y adaptador del texto original. No lo hace mal, simplemente lo americaniza a gusto, es decir lo vulgariza con cierto lujo. El original se llama "Mon frére se marie" (Mi hermano se casa, J.-S. Bron, 2006), el pibe es vietnamita interpretado por un vietnamita, Quoc Dung Nguyen, visto hace poco en "Le Havre", de Kaurismaki, y a la cabeza están Aurore Clément y Jean-Luc Bideau, buenísimos pero no tan carismáticos como la pareja Keaton-De Niro. Por quienes uno paga la entrada aunque la película sea solo para pasar el rato, ésa es la verdad.