El gato con botas

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Se esperaba más del gato de Banderas

Aclaración inicial: Charles Perrault, pobre hombre que se murió hace como tres siglos, acá figura en los créditos pero de su cuento no queda una palabra, y de su «chat botté», buen servidor de su dueño, no queda ni un pelo del bigote. Lo que acá vemos es otro totalmente distinto, el Gato Andaluz con Botas, versión Hollywood. Más en detalle, el Gato Andaluz con Botas versión Antonio Banderas al gusto de Hollywood. Y lo hace bien. Las modulaciones de voz que le pone a su criatura (altiva, seductora y dolida, en la tradición del recitado flamenco) son lo más gracioso y mejor elaborado de toda la película.

Buena ayuda, el equipo asignado para dibujar el gato, que se luce sobre todo cuando toma su leche o cuando es un minino chiquito en un orfanato y pone los ojitos como ya sabemos. En esto, el dibujo es muy superior a los viejos Pity Kitty, de Gig, que lo inspiraron.

En comparación, los demás intérpretes se limitan a pasar letra, y los demás dibujantes «a pasar el plumín», por decirlo mal y pronto. No lo hacen mal, simplemente no lo hacen de forma inolvidable. Tampoco el libreto es cosa de otro mundo. Lo firman cuatro escribas, algunos de ellos provenientes de la factoría «Shrek», igual que el director, y su mayor originalidad es la relación materno-filial con la encargada del orfanato. Lo otro es un largo conflicto entre dos hermanos de crianza (el pícaro noble y confiado, y el pícaro hipócrita, rencoroso y aprovechador, con una socia poco fiable), todo desarrollado como un western-paella de capa y espada y sancochado con otros cuentos populares de diverso origen, como el de las habichuelas mágicas, la gansa de los huevos de oro, parienta de nuestra gallina, y Humpty Dumpty, que aquí, en sus propias palabras, confiesa ser un auténtico huevo podrido. Nada que ver con Pepín Cascarón.

El resultado es entretenido, sin ser gran cosa. Se pasa el rato, se tolera música variada, con ocasionales dejos ibéricos a la americana, se disfruta un buen Banderas (en este caso la edición en español resulta más ventajosa que la original), y no mucho más. Esperemos que las próximas aventuras de este gato sean mejores.