El futuro perfecto

Crítica de Aníbal Perotti - Cinemarama

El lenguaje del cine

El título aparece a los diez minutos de comenzada la película como una suerte de ironía para la protagonista: una joven china desarraigada en Buenos Aires. El futuro perfecto es también uno de los tiempos verbales que ella intenta aprender. El lenguaje es una cuestión de supervivencia, una forma de habitar la ciudad y construir una identidad. Nele Wohlatz se aleja del drama social y se aventura hacia una comedia emotiva, sutil y minimalista sobre la lengua. La forma original que elige en un comienzo sugiere una extraña similitud entre una lección en la que se deben repetir frases para aprender un idioma y un ensayo teatral donde el actor tiene un papel escrito que debe memorizar. Apropiarse de un lenguaje es aprender un guion.

Detrás del distanciamiento formal emerge poco a poco la profundidad de la heroína. Xiaobin parece caída del cielo. Buenos Aires se muestra filtrada por sus sensaciones: la ciudad desde el punto de vista de una persona que no comparte nada con ella. La protagonista intenta crear una historia propia con sus espacios y caminos. La película se instala en un número limitado de lugares con sus funciones básicas. La puesta en escena concentra la información visual dejando sólo los elementos más característicos: la idea de una escuela, de una calle, de un supermercado o de un restaurante. La apuesta formal se potencia con el uso del sonido que es, esencialmente, el tráfico de una gran ciudad. A medida que avanza la película, la narración se asimila a las nuevas posibilidades que ofrece el lenguaje. Los saltos temporales obedecen a un juego lúdico con los tiempos verbales. Los nuevos espacios aparecen a medida que Xiaobin avanza con sus estudios. Finalmente, la protagonista percibe que el uso del condicional es más complejo, pero esencial para expresar sus deseos.