El examen

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Otra mirada crítica al sistema

El empleo del tiempo (Laurent Cantet), Arcadia (Costa­Gavras), El método (Marcelo Piñeyro) son sólo algunas de las películas recientes que desde diferentes lugares y miradas exploran el mundo del trabajo como el lugar donde se potencia la lucha por la supervivencia en un sistema competitivo, injusto y desigual.
El examen es otra vuelta de tuerca sobre el tema, con ocho hombres y mujeres que llegan después de un arduo proceso de selección a competir por un único y extraordinario trabajo, un puesto que se supone, es uno de los más codiciados en el mercado laboral y que de acuerdo a la información que se va desprendiendo gradualmente del relato, cualquier ejecutivo "mataría" por conseguirlo.
Los aspirantes, capaces, ambiciosos y dispuestos a todo, son encerrados en un cuarto que tiene mucho de celda en una prisión de máxima seguridad, se les da un tiempo determinado y una corta lista de reglas para atenerse: no se puede salir de la habitación, está prohibido hablar con el examinador y la hoja (en blanco) que tiene cada uno de ellos candidatos no puede ser alterada. Pronto se dan cuenta que antes de la batalla final, van a tener que trabajar en conjunto para ir descifrando el mecanismo de selección para que solo quede un elegido.
El relato se centra entonces en delinear las personalidades de cada uno de los participantes del perverso juego, donde rápidamente se van acentuando las diferencias entre los aspirantes y hasta dónde son capaces de colaborar entre sí o tomar el camino individual, confiados en su talento y claro, la magnitud de su ambición.
Feroz crítica al mundo del trabajo al sistema capitalista, la opera prima del inglés Stuart Hazeldine llega a la cartelera Argentina cinco años después de su estreno, un thriller sin sorpresas aunque hay un inesperado e innecesario giro hacia la ciencia ficción­, donde una acción adelanta a la otra que confirma lo que el espectador está esperando y la denuncia sobre lo inhumano del sistema termina siendo de una obviedad ramplona.