El club de las madres rebeldes

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

¿Vieron esas publicidades en las que parecen prometernos que uno puede tener todo? El equilibrio entre una vida profesional exitosa, y una vida social equiparada la perfección entre amigos y familia, más algo de individualidad; es posible consumiendo un cóctel de analgésicos, energizantes, antioxidantes, y otros tantos etcéteras como para no tener que parar ni un segundo y cumplir con todas las expectativas del mercado.
Déjenme decirles un secreto, las publicidades no (siempre) son ciertas, y es (muy) posible que tal equilibrio no exista.
La comedia hollywoodense cada tanto parece muy dispuesta a dar solución a este dilema, en diferentes frascos y formatos. Esta vez, de la mano de la mentada Nueva Comedia Americana llega El Club de las Madres Rebeldes.
La protagonista es Amy (Mila Kunis), joven madre profesional con una agenda full time tanto en uno como en otro aspecto. Todos los que la rodean parecen demandar algo mucho de ella.
Luego de una serie de infortunios típicos de estas comedias volcadas a lo físico, Amy recae en una reunión de padres que terminará por ser la gota que rebalsa el vaso.
Por un lado, la archirrival perfecta Gwendolyn (Christina Applegate), esas madres que andan por la vida con el dedo acusador. Por el otro, Carla y Kiki (Kathryn Hahn y Kristen Bell), dos madres en situaciones similares a Amy. Las dos últimas más la protagonista se unen con un solo fin, organizar una serie de actividades que las lleven a no cumplir con lo que el rol social les impone, en palabras claras, ser malas madres, desbocarse.
Los realizadores Jon Lucas y Scott Moore, que provienen de la impresentable 21 La Gran Fiesta, intentan aquí un mix peligroso. Introducir comedia escatológica moderna, presuntamente desfachatada, balanceada con un tono de comedia amable, eso que se mal conoce como “chick flick” o comedia femenina.
Depende como uno encare esta película variará su percepción. Como algo pasatista y vacío, tiene momentos graciosos, quizás no de largas carcajadas, pero de marcadas sonrisas.
Probablemente Kunis, Bell y Applegate no sean las actrices más acordes para el rol que les toca. Cuesta creerle a Kunis como esa madre abnegada y profesional exitosa, sigue manteniendo el espíritu de apenas universitaria. Bell no termina de encajar dentro del juego escatológico. Y Applegate debería estar en el rol de Kunis. Sin embargo, pasada esa primera impresión, las tres logran una química lo suficientemente correcta.
Los problemas más graves surgen cuando se intenta ver más allá; cuando caemos que esta supuesta solución al problema, no es más que otra publicidad que insiste sobre lo mismo, y que todos sabemos tendrá moraleja moral al final. ¿Si no tenían tiempo para cumplir sus obligaciones, tienen tiempo para descarriarse? ¿Ese afán de descarriarse no termina siendo más funcional a lo que supuestamente se intenta combatir? En definitiva, reglas de mercado que esta comedia liviana ni intenta exponer.
Lucas y Moore logran una mejor cohesión que en su anterior film, lo cual ciertamente no es mucho decir, pero aun así terminan ubicándose varios escalones por debajo de consagrados como Judd Apatow o los Hermanos Farrelly (esta pareciera ser una película para ellos). No hay nada fuerte para criticar, pero tampoco demasiado para sobresalir de una gran media baja, ese es el asunto.
Con sus pros y sus contra, El club de las madres rebeldes ofrece un rato entretenido, al que no le importa ser explícitamente falsa en su mensaje, ni limitada en cuanto a su propuesta. Se sabe que será una más y que no debe analizársela más allá de su superficie, y con esas reglas claras, cumple, y no le pidan más.