El círculo

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

VIGILAR, CASTIGAR Y BAJAR LÍNEA

Es cierto que el futuro llegó hace rato, vivimos inmersos en una ola de avances tecnológicos difícil de percibir, y está claro que estamos generaciones atrás de lo que las grandes mentes de las corporaciones tecnológicas tienen pensado para venderle a nuestros nietos. Sin embargo, no está claro que necesitemos más denuncias de obviedades como las del anterior párrafo al estilo Black mirror, sobre todo porque, lejos de ser algo nuevo, la sociedad híper-vigilada y deshumanizada es un tema casi tan antiguo como la ciencia ficción, que le preocupaba a Ballard, Bradbury, Orwell y hasta a Foucault. Pero a El círculo de James Ponsoldt no le interesan estas cínicas advertencias, ha llegado a nosotros para darnos su mensaje moral y nada la detendrá.

Mae (Emma Watson) es una entusiasta post-millenial que gracias a su amiga Annie (Karen Gillian) consigue un trabajo en El círculo, una empresa de tecnología e información que es algo así como una mezcla entre Facebook, Apple y Google, cuestionada, con razón, por monopolio y violaciones a los derechos de privacidad. Como podemos prever, lo que veremos será lo estimulante que resulta en un principio para Mae trabajar en El círculo, y luego veremos su desencanto.

No podemos decir que el prólogo sea auspicioso pero la primera hora de El círculo es amable, está relativamente bien narrada y establece las cuestiones con soltura, aunque también ya deja lo suficientemente claras sus intenciones como para que podamos intuir rápidamente hacia dónde se dirige la cosa. Y ahí llega la segunda hora, la hora del discurso aleccionador que lo invade todo, allí Ponsoldt olvida que lo que filma es entretenimiento de masas y se dedica a una pedagogía de la obviedad. Apoyado en la fotogenia de Watson y en el carisma y credibilidad de Tom Hanks -que aquí interpreta al creador de El círculo- veremos una serie de conferencias cancheras, mezcla de charla TED y presentación de Apple de esas que hacía Steve Jobs, donde se nos presentan productos de la empresa que obviamente atentan contra la privacidad mundial y también, sin ninguna sutileza, se nos deja entrever la malicia detrás de todo ese avance reluciente.

Hasta aquí, uno podría pensar que toda la sarasa de El círculo puede ser divertida y hasta aceptable como film menor, pero sus pretensiones hay que sumarle lo vergonzosas de sus manipulaciones de guión sobre todo en los momentos decisivos. La razón por la cual el personaje de Emma Watson se enamora hasta el fetichismo de las posibilidades de la tecnología de El círculo es cuanto menos arbitraria, sin contar que está pesimamente filmada. Luego la escena que representa las consecuencias de un irresponsable uso de las tecnologías de vigilancia es aún peor, porque a la pésima ejecución técnica le suma una absurda reflexión de trazo grueso.

Entonces, la segunda hora de El círculo hace todo mal y no nos deja rescatar la amabilidad de la primera hora. Lo último que dice el personaje de Tom Hanks es “we’re fucked”, y la verdad es que tiene razón.