El chico de la bicicleta

Crítica de Laura Otero - Alta Peli

Nuevamente los hermanos Dardenne nos traen a este lado del mundo una película emotiva, que habla sobre los conflictos familiares, el amor por el prójimo y la posibilidad de empezar de nuevo.

A Pedalear

Cuando nos sentamos cómodamente en las butacas a ver lo último de estos directores belgas, nos genera una situación de desconcierto. Un nene rubio llama desesperado a un teléfono que ya fue desconectado, la cámara lo sigue y lo ve correr, busca escaparse, saltando vallas y alambrados. ¿Quién es? ¿A quién llama? ¿Qué lo agobia tan desesperadamente?

Siguiendo el relato descubrimos que el niño se llama Cyril, y que a quien llama y busca desesperadamente es a su padre, y a su bicicleta, objeto que lo lleva a escaparse del orfanato en el que vive por tiempo indeterminado, o mejor dicho, hasta que su padre pueda hacerse cargo de él.

Otro tipo de amor

En la búsqueda incansable del protagonista por encontrar nuevamente a su padre y su famosa bicicleta, se cruza con Samantha, una peluquera de barrio, con un romance poco serio, y con una necesidad imperativa de explotar su costado maternal. Ella acoge a Cyril en su casa los fines de semana, y el, aprovecha sin duda este aspecto, primeramente desde lo más sencillo, como la posibilidad de que ella sea un nexo entre él y su padre, y luego, se compromete con ella al punto de conseguir una relación maternal fundada en otros principios, como el compañerismo, la amistad y el afecto; la necesidad de ayudar al otro a ser mejor persona y brindarle un mejor futuro.

Como siempre, los Dardenne, se enfocan en lo que mejor hacen, retratar de la manera más intimista posible las disfunciones familiares que acechan en el mundo actual, donde la gente toma responsabilidades más grandes de las que pueden llevar a cabo y luego, abandona todo sin tener en cuenta las posibles repercusiones.

Conclusión

Después de haber ganado el premio del jurado en Cannes el año pasado, nos llega esta película, compleja aunque exquisita en sus formas. Desde el pequeño protagonista, hasta Cecile De France, recorremos una gama de personajes intrincados con pasados distintos y futuros que se cruzan. La simplicidad de la historia es a la vez lo atractivo de esta película, con tan solo un recurso sonoro que se repite en cada momento de tensión, una cámara que sigue siempre a nuestro protagonista, de manera menos agobiante que la que vimos en El hijo, con un espectro de la libertad que ofrece Samantha a Cyril. Un film tan natural como expresivo.