El cerrajero

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Entre lo sagrado y lo indiferente

Años atrás, Natalia Smirnoff supo contar en su opera prima "Rompecabezas" el proceso de autodescubrimiento de una agradable señora con habilidades especiales, que se siente bien entre los suyos y también fuera de casa. Linda historia, que definimos de apariencia sencilla, precisa, con suave mordacidad, actuaciones exactas y un mantenido medio tono. Para su segunda película, que ahora vemos, mantuvo el medio tono, el nivel de actuaciones, la precisión, y la sencillez sólo aparente. Y se animó a probar fondos casi abstractos para algunos, espirituales para otros.

Ante esto último simula quedarse en la puerta, como su personaje, que quiere mantenerse ajeno a sentimientos y responsabilidades mayores. Hombre todavía joven, soltero, para familia le basta con visitar a su hermana y sobrinos, y alguna vez al padre. Pero su amigovia queda embarazada, y ni él ni ella saben qué hacer. Esto transcurre en el 2008, el año de la famosa neblina de ignoto origen que durante buen tiempo perturbó a la población de Buenos Aires y alrededores. Con ella, precisamente, empieza el relato. Con ella y con la noticia del embarazo, que curiosamente despiertan en el cerrajero una inesperada percepción extrasensorial. Ahora, en el instante de abrir una puerta, llega a percibir algún secreto de su cliente. El problema es que se lo dice y acto seguido pierde al cliente.

Para el tipo eso es un problema equivalente a mostrar un repentino brote de alergia frente a una persona. Para una jovencita peruana que se le pega, en cambio, eso es un don que puede ayudar a las personas. De hecho, ella se siente ayudada. La historia bordea entonces los campos de la fe y el descreimiento, lo sagrado y lo indiferente, la entrega a los demás y el egoísmo. La niebla con sus olores se irá sin que sepamos de dónde vino. Los dones que uno tiene, pueden irse sin que hayamos sabido usarlos. Nada de eso se dice en la película, sólo queda en el aire, para percepción de quien observe atentamente.

La parábola es singular, casi etérea. Sólo el remate puede fijarla por unos instantes. Para expresarla están Esteban Lamothe, Erica Rivas, y, en un personaje de desarmante inocencia y vitalidad, Yosiria Huaripata, una revelación. También el recordado Arturo Goetz, como un padre que intenta transmitirle al hijo alguna comprensión de los secretos de la armonía y el misticismo. En breves apariciones, Sergio Boris, María Onetto, Germán de Silva, Luis Ziembrowski, Nahuel Mutti. Rodaje en Garín.