El cerrajero

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Secretos tras las puertas

Natalia Smirnoff concibe un cine de márgenes ya que sitúa sus historias entre un realismo no explícito y un minimalismo sin regodeos. Rompecabezas, su opera prima, ubicaba el tema de la maternidad en esa problemática zona intermedia, construyendo un relato que navegaba entre esos dos propósitos, junto a sus aspectos temáticos y formales. Lo mismo ocurre con El cerrajero y el treintañero Sebastián (Lamothe), especialista en lo suyo y encerrado en su micromundo o, en todo caso, con temor a comprometerse en otros objetivos. Pero su vida se altera cuando Mónica (Rivas), su ex pareja, le cuenta que está esperando un hijo. Desde allí, las cosas parecen cambiar: descubre que tiene cierto poder para describir el lado oscuro de sus clientes, aparece Daisy (Huaripata), una chica peruana a la que protege en su casa, se reencuentra con su padre (Goetz) y trata de convencer a Mónica de que recapacite y no llegue al parto. En realidad, la complejidad del personaje central, atribulado e indeciso, pero también jugado a una extrema soledad que bordea el egoísmo, lo convierte en una criatura particular dentro del cine argentino. Pero no se trata, ni ahí, de alguien enclavado en los tópicos del realismo, ya que Smirnoff, ubica la acción en una Buenos Aires perturbada por una extraña humareda que incomoda a propios y extraños. Allí, el relato se desplaza definitivamente hacia una zona intangible, más cercana al género fantástico en el que, además, se plantea la responsabilidad de Sebastián frente al tema de la paternidad. El cerrajero es un film que muestra sus virtudes desde varios flancos: las palabras justas y necesarias, las visiones del personaje, los momentos de cálida amistad entre Sebastián y Daisy, los tres encuentros que tiene con su ex pareja. En este punto, la película es un triunfo de la ambigüedad y la honestidad, por ejemplo, como se observa en el último encuentro de la pareja, estupendamente interpretado por Lamothe, y como siempre ocurre, con una Érica Rivas entregando una lección inacabable de matices a un personaje secundario, pero gigante al tratarse de tan notable actriz.