El buen amigo gigante

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Un gigante de ojos azules

Una magia un poco forzada recorre la última película de Steven Spielberg. El director, usualmente con un dominio y dosificación precisa de las emociones, el suspenso y la acción, esta vez luce contenido. Lo acompaña un elenco que parece devorado por la deslumbrante tecnología que DreamWorks y Disney pusieron al servicio de esta buena historia basada en una novela del autor inglés Roald Dahl, también responsable de "Matilda" y "Charlie y la fábrica de chocolates".

   La trama es la clásica de dos seres marginados. Sophie es una niña huérfana e insomne que deambula durante la madrugada por el enorme edificio en el vive bajo rigurosas reglas de convivencia. Una noche, y contra todas las reglas -no mirar por la ventana ni correr las cortinas- se encuentra con lo que no debería haber visto. Un gigante de más de siete metros está recorriendo las calles de Londres. No se lo puede creer, pero es verdad, y el gigante, para evitar que la noticia de su existencia acabe con su vida, deberá secuestrarla.

   A partir de ese primer tramo, con escenas nocturnas fotografiadas con exquisito detalle por Janusz Kaminski, colaborador habitual de Spielberg y ganador de dos Oscar por "La lista de Schindler" y "Rescatando al soldado Ryan", "El buen amigo gigante" comienza un recorrido irregular. La tecnología y Mark Rylance, galardonado con un Oscar por su trabajo en "Puente de espías", también de Spielberg, sostienen esta comedia dramática infantil con una trama que por momentos se detiene en demasiados detalles y una protagonista que no transmite todos los matices de su personaje.