El aprendiz de brujo

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Una de magos con poca magia

El aprendiz de brujo, una superproducción demasiado artificial y previsible

Hace cuatro semanas, Disney estrenó una película construida íntegramente en computadora como Toy Story 3 , capaz de emocionar hasta las lágrimas con sus personajes animados. Hoy, lanza una superproducción con actores de carne y hueso que luce siempre mecánica y artificial, más allá del vértigo, de la espectacularidad y de la adrenalina de sus múltiples escenas de acción elaboradas a fuerza de efectos visuales.

La acumulación de set-pieces (secuencias de alto impacto) constituye el sello de las producciones del poderoso Jerry Bruckheimer ( Bad Boys, Piratas del Caribe , Transformers ), que aquí se reúne con el director Jon Turteltaub y el astro Nicolas Cage con la idea de repetir el éxito de otra de sus sagas: La leyenda del tesoro perdido .

El guión de Matt Lopez, Doug Miro y Carlo Bernard propone una mixtura de fórmulas ya vistas en decenas de películas: desde la historia del mago Merlín hasta situaciones propias de la franquicia de Harry Potter, pasando por el esquema de mentor-discípulo, los clisés de las comedias románticas juveniles y, claro, la combinación entre elementos antiguos y contemporáneos ya elaborada por este mismo equipo en la apuntada La leyenda del tesoro perdido .

Cage interpreta ahora a Balthazar, uno de los tres herederos de Merlín, que debe enfrentar a los malvados (caricaturescos) hechiceros Maxim Horvath (Alfred Molina) y Morgana (Alice Krige), salvar a su amada Veronica (Monica Bellucci) y encontrar al aprendiz del título -denominado El Supremo Merliniano-, que no es otro que un típico antihéroe veinteañero de la Nueva York actual (Jay Baruchel), que parece más interesado en conquistar a la rubia Becky Barnes (Teresa Palmer) que en convertirse en el salvador del mundo.

El film nunca alcanza la intensidad buscada (toda una paradoja en una producción que bombardea con constantes escenas de acción editadas con un ritmo trepidante y un sonido invasivo) y, como el espectador queda imposibilitado de comprometerse y mucho menos de identificarse con las vivencias de los personajes, todo parece armado como si se tratara de una sucesión casi sin pausas de secuencias a puro vértigo, de un largo trailer de 108 minutos. Tómelo o déjelo.