El amigo alemán

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Porque el amor es más fuerte...

Casi 25 años después de La amiga, aquella película protagonizada por Liv Ullman, Cipe Lincovsky y Federico Luppi sobre la amistad entre dos mujeres tensionada por la dictadura, Jeanine Meerapfel volvió a la Argentina para retomar gran parte de esas temáticas (el exilio, la búsqueda de afectos) en El amigo alemán.

Coproducido con aquel país, el film de esta hija de alemanes radicados en la Argentina durante el nazismo se ambienta aquí a comienzos de la década del ’50. Allí vive Sulamit (Celeste Cid), hija de inmigrantes judío-alemanes, y Friedrich (Max Riemelt, conocido por su papel protagónico en La ola), que no es otro que el vástago de un ex miembro de la SS.

No pasará demasiado tiempo para que ellos se enamoren, tensionando así los vínculos con sus familias. El punto culminante será el viaje de él a la tierra de sus ancestros. Viaje que, un tiempo después, también hará ella. A partir de ahí, el film abarcará diversas situaciones históricas, desde el Mayo Francés hasta la dictadura nacional, hecho que abre el trazado de un paralelismo entre los años ’70 argentinos y el nazismo.

Basta ver La amiga hoy para percatarse de que Meerapfel mantiene constantes no sólo las temáticas, sino también las formas. Así, El amigo alemán tiene el mismo tono alegórico (¡ay, esos cóndores volando!), subrayado y preciosista de aquel film, preocupándose más por el qué decir (podría resumirse en “el amor es más fuerte”) que en cómo hacerlo.