El almuerzo

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

La historia que faltaba abordar

Poco después de haber concretado el golpe de Estado, Jorge Rafael Videla comenzó a realizar encuentros con distintos sectores para explicar lo que iban a ser los lineamientos de su gobierno.
Así, el 19 de mayo de 1976 se realizó en la Casa Rosada un almuerzo donde se suponía que el dictador iba a exponer la que sería su política cultural ante Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Horacio Esteban Ratti (presidente de la Sociedad Argentina de Escritores) y el cura Leonardo Castellani. Este episodio casi olvidado es rescatado por Javier Torre (Vereda tropical, Un amor de Borges, El juguete rabioso, Las tumbas), reconstruyendo el hecho y haciendo eje en la principal polémica del encuentro: cuál fue la actitud de cada uno de los comensales frente al presidente de facto y sobre todo, cómo se abordó el secuestro, tortura y posterior desaparición del escritor Haroldo Conti.
El relato entonces cuenta en paralelo la tensa reunión y el calvario de Conti, la fascinación de Borges (Jean­Pierre Noher nuevamente en la piel del autor de El Aleph) por el nuevo orden encabezado por Videla (Alejandro Awada en una composición excepcional) además del inevitable choque ideológico con Ernesto Sabato (Lorenzo Quinteros), el tímido pedido de Ratti (Roberto Carnaghi) por el escritor desaparecido y padre Castellani (ex profesor de Conti), que también intercedió por él ante la dictadura.
La película además amplía su mirada con los preparativos previos a la reunión, imaginando los diálogos de Borges con su asistente Fanny, que lo escucha mientras el escritor habla de su madre y lo orgullosa que se sentiría al ver que su hijo se sentaba a la mesa de un presidente militar, en tanto Sabato hace tiempo en un bar cercano a la casa de gobierno y es amenazado por un anónimo y siniestro miembro de los servicios de inteligencia ­una de las escenas más logradas de la película­.
Más allá del valor que constituye el intento de abordar un episodio oscuro de la historia reciente argentina y de la posición clara que aborda el relato en cuanto a los protagonistas, las buenas intenciones no alcanzan para plasmar en la pantalla un film atractivo, que más allá de avivar el debate sobre el papel de los intelectuales en épocas oscuras, disminuye su interés ante una puesta opaca y convencional.<