Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Llamativa animación

Uno de los mayores éxitos de las últimas décadas del manga llevado al animé, Dragon Ball Z, ofrece mayor humor, colores más brillantes y mejor definición en el trazo que otras propuestas japonesas con películas recientemente estrenadas en cines locales, como Los caballeros del Zodíaco o Naruto. Esta película hace mayor centro en la obsesión por los poderes de lucha, con personajes que parecen hacer upgrades de sus habilidades guerreras. Hay más de una docena de películas animadas sobre Dragon Ball Z, y ésta es una secuela de La batalla de los dioses.

El villano Freezer es resucitado -gracias a las bolas que invocan al dragón Shenlong- y regresa con más poder, y quiere vengarse de los que lo mandaron a lo que él llama el infierno.

Estarán, para oponerse al ejército del iracundo señor F., los guerreros Saiyajin, incluida la estrella Goku y alguna ayuda de otro origen. Hay largas -demasiado largas- conversaciones sobre asuntos diversos (comida en el mejor de los casos; poderes en la zona menos atractiva para los no fans) y extensas secuencias de pelea que tienen resoluciones visuales deslumbrantes, con juegos entre fondo y figura, y entre quietud y movimiento. Dentro de una narrativa mínima -resurrección, amenaza, invocaciones, peleas- los dioses glotones son un comic relief nada desdeñable.