Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

QUERER ES PODER

El ki nunca se agotó: después de muchos años, Goku y sus amigos vuelven a la pantalla grande en DRAGON BALL Z: LA BATALLA DE LOS DIOSES (2013), un film que va más allá de ser un sólo un homenaje a la serie. Claro que el inevitable contenido nostálgico está incluido, pero además la película nos ofrece divertidos momentos de comedia y un guión que -afortunadamente- se aleja de la clásica historia dragonbolesca de villano-malo-ataca-la-Tierra. Todo comienza en el planeta de Kaiosama. Goku, como siempre, está entrenando, mientras el dueño de casa habla vía telepática con Kaioshin: el tema de conversación es Bills, el poderoso dios de la Destrucción, quien está despertando de una siesta de varios años. Este ser de aspecto gatuno no es el clásico malo y en cierta forma se parece a Goku: no quiere conquistar el universo ni nada por el estilo, sólo quiere pelear con alguien muy fuerte, algo que se cumplirá según una premonición relacionada con la supuesta existencia de un "dios Sayajin". Es así que, acompañado por su afeminado asistente Wiss, viaja a nuestro planeta en busca de los sobrevivientes de esta raza para recabar algo de información. Al llegar a la Corporación Cápsula, se encuentra en medio de una fiesta: él único que sabe acerca de la identidad de Bills es Vegeta, quien hará todo lo posible para no hacer enojar al caprichoso y malcriado dios de la Destrucción. Es que si el gato cósmico se aburre o no encuentra lo que está buscando, destruirá la Tierra.
La primera parte de la película es prácticamente una comedia: sus muchos momentos humorísticos son aportados por Goku, Bulma, Vegeta (sí, él), Trunks, Gohan y unos antiguos enemigos que regresan de forma muy divertida, mientras que el resto de los personajes están más de relleno que nunca. Este ambiente de fiesta y diversión resulta bastante atípico: no hay una sensación de gravedad o dramatismo, como sucedía en "Dragon Ball Z" cuando algún enemigo hacía su aparición. Aquí, todo es risas, hasta el punto de que, por momentos, el film se torna casi autoparódico. Y si bien esto lleva a que el desenlace no sea tan épico, resulta ser un enfoque original para una producción vinculada a la creación de Akira Toriyama.
También es para destacar que DRAGON BALL Z: LA BATALLA DE LOS DIOSES incluya referencias a momentos y personajes de la serie (algunos del pasado y otros que vendrán más adelante en la cronología), lo que genera una agradable sensación de complicidad con el espectador. Otro aspecto llamativo del film es que no hay muchas peleas (hay unos cuantos intercambios de golpes, pero Bills es demasiado fuerte): sólo al final veremos un enfrentamiento con todas las letras, filmado de forma muy espectacular y combinando la animación en 2D con fondos generados por computadora. Sin embargo, esta última pelea parece funcionar sólo como un adelanto de lo que podría depararnos el futuro. Es más, al final, la película plantea nuevos conceptos para explorar. ¿Habrá más aventuras de Goku en camino? Recémosle a Kamisama para que así sea.