Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Dragon Ball que disfrutarán hasta los no creyentes

Tal vez dentro de miles de años algún arqueólogo descubra fragmentos de los distintos Dragon Balls del comic, la TV y el cine y los descifre como algún tipo de mitología ancestral o narración religiosa similar al "Popol Vuh", "La Iliada", o "Quién se ha llevado mi queso".

En todo caso, en este mismo 2013 nadie puede dejar de reconocer que la franquicia de los distintos Dragon Balls, Vegetas, Gokus y demás hitos surgidos de la delirante e insondable imaginería nipona, a esta altura constituyen una verdadera mitología moderna. Y como toda mitología, es casi palabra santa para sus seguidores y una pesadilla incomprensible para los no creyentes. Pesadilla doble si se considera que en este caso los no creyentes son los adultos que deben abonar todo tipo de productos para sus niños fans de Dragon Ball, al que encima detestan el triple que cualquier producción animada más standard producida en Occidente.

Pero lo que nadie puede negar es que, amado u odiado, Dragon Ball hace mucho llegó para quedarse. Y luego de tres lustros vuelve en pantalla grande con una historia mitológica como pocas, algo que queda claro desde la "Batalla de los Dioses". La idea es que en el universo niponamente alocado de Dragon Ball hay un Dios de la Creación, pero también un Dios de la Destrucción, y curiosamente este último es el que les parece más interesante a los brillantes creativos detrás de este nuevo Dragon Ball.

Este Dios de la Creación en un felino humanoide que luego de una siesta de 39 años desayuna como los dioses y le pregunta a su irónica asistente qué posible destrucción podría resultar divertida para una divinidad que no encuentra ningún rival a la altura de sus superpoderes. Como no hay ninguna, el Dios gato se las arregla para recordar un sueño premonitorio -que ni él mismo se cree- que incluye la posible superación de los poderes de Goku y sus amigos. Asi es que el Dios Gato funcional para todo apocalipsis galáctico aparece en la Tierra nada menos que en el cumpleaños de la bella y frívola Bulma, para ver si ahí puede encontrar a uno de estos nuevos modelos de dioses guerreros, sabiendo que caso contrario su visita a ese ínfimo planeta no tendrá más interés que otra de sus rutinarias destrucciones cósmicas.

Considerando que para un neófito todo Dragon Ball fue siempre un misterio inentendible, llama la atención que lo mejor de este nuevo film sea una trama que combina la acción y el humor de un modo único, capaz de fascinar al mismo tiempo a los fans de la saga como a cualquier espectador desprevenido que no podrá dejar de divertirse a lo grande viendo la paciencia del Dios de la destrucción a ver si le traen otro Dios para armar una pelea en medio del cumpleaños de una señora rica que no quiere decir su edad. En un momento culminante, al Dios Gato le niegan un flancito, y se enoja tanto como para destruir el planeta.

Sin perder el estilo de animación japonesa medio berreta y televisiva, las imágenes son asombrosas en su despliegue de colores, y sobre todo, en encuadre y montaje que acompañan con astucia los cambios de climas de una historia que puede pasar de un bingo familiar al apocalipsis en cuestion de segundos.

El doblaje al castellano está a cargo de los tradicionales Mario Castañeda y René García, y si esta película de animación japonesa puede parecer buenísima a los no fans, para los seguidores de la infinita saga de los Dragon Balls, esto debe ser lo más parecido al néctar de los dioses que puedan encontrar en los próximos días en un multiplex.