Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Creación del historietista Akira Toriyama, Dragon Ball es un ícono de la infancia de los que tienen entre veinte y treinta años. Dragon Ball Z es una vuelta de tuerca del primero, que aquí vuelve al cine luego de más de una década en una versión desarrollada por su autor original. Este popular animé no tiene la complejidad de una serie como Akira, o la belleza artistica y alegórica de una pelicula de Hayao Miyazaki, pero las aventuras de Goku y sus amigos recorriendo el mundo en busca de místicas esferas que cumplian deseos a quien las reuniera, desairando al malo de turno, fueron una referencia para una generación. Los personajes de Toriyama contaban con un variado abanico, y en el caso de Dragon Ball Z la batalla de los dioses interviene Bills, el Dios de la Destrucción –con un intencionado aire de trazo egipcio-, que mantiene el universo en equilibrio y despierta luego de un largo sueño para fastidio de los héroes de la saga. Con toques de comedia y muchos guiños a los fanáticos de la serie, se desata un enfrentamiento entre este dios y roles como Goku y Vegeta, estos últimos doblados por Mario Castañeda y René Garcia, sus voces clásicas. Un final no tan típico para el personaje principal le otorga un detalle interesante al desenlace, y, dentro su particular estilo, se despliega una lograda animación tradicional.