Dos son familia

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Esta remake francesa de No se aceptan devoluciones es tan pobre como el film original mexicano.

La mexicana No se aceptan devoluciones era una mala película que, sin embargo, se convirtió en un descomunal éxito comercial, recaudando más de 100 millones de dólares en todo el mundo, 45 de ellos en los Estados Unidos, récord para un film extranjero. Las razones para que se haya rodado una remake francesa, entonces, hay que buscarlas en la taquilla y no en la pantalla, dado que los resultados son igualmente decepcionantes.

Como en el film protagonizado y dirigido por el comediante Eugenio Derbez, de enorme popularidad en México, Dos son familia es la historia de un vividor (Samuel, interpretado por Omar Sy) que de repente tiene que hacerse cargo de su supuesta hija bebé después de que su madre, con quien tuvo una noche de sexo casual, la abandone para irse a otro país. Pasado el rechazo inicial, Samuel deberá madurar y ocupar su flamante rol de padre. Hasta que, ocho años después, la madre reaparece para reclamar sus derechos, alterando el equilibrio familiar.

El inverosímil general (la nena de ocho años habla más y mejor que el padre), la pobreza absoluta de un guión que no hace más que apelar a lugares comunes, estereotipos y chistes gastados, o los inexplicables cambios actitudinales de sus protagonistas son problemas menores. Lo peor es el carácter burdo de una metáfora final que llega después de una vuelta de tuerca tan arbitraria como manipuladora. Aunque, es cierto, es coherente con esta “comedia dramática” cuyo único norte es la búsqueda de emoción a como dé lugar, incluso pegando por debajo del cinturón.