Dos locas en fuga

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Torpe y sobreactuada comedia

Las buddy movies (esas historias de camaradería entre dos personajes aparentemente opuestos entre sí, pero que luego terminan uniendo fuerzas y complementándose) han conformado uno de los subgéneros predilectos y más rendidores de Hollywood. En un principio dedicadas casi exclusivamente a protagonistas masculinos, en los últimos años la tendencia se amplió a las mujeres.

Así, tras el reciente éxito de Chicas armadas y peligrosas, con Sandra Bullock y Melissa McCarthy como la pareja despareja, llegó el turno de Dos locas en fuga. Pero allí donde el film de Paul Feig funcionaba razonablemente bien, en esta comedia policial con Reese Witherspoon y Sofía Vergara todo resulta torpe, obvio, redundante y -su pecado mayor- poco divertido.

La excusa argumental es que la estricta y reprimida agente Rose Cooper (Witherspoon) debe trasladar de San Antonio a Dallas a la extravertida y sensual Daniella Riva (Vergara), esposa de un mafioso asesinado, para que testifique contra el líder de un cartel del narcotráfico. En el camino, claro, se las verán con un par de policías corruptos, con sicarios y con las fuerzas del orden que las creen fugitivas.

Más allá de la elemental apuesta del guión, lo peor del caso es la tendencia a la sobreactuación de Vergara (que grita todo el tiempo y parece llenar todos y cada uno de los casilleros del juego de estereotipos con que se suele reducir a los personajes latinos en el cine) y el escaso lucimiento de una otrora muy buena comediante como Witherspoon.

Cuando los autores David Feeney y John Quaintance, y la directora Anne Fletcher (La propuesta) nos someten por enésima vez a los mismos "chistes" (la escasa altura de Rose o las prominentes curvas de una Daniella que sufre porque ya ha superado los 40 años) quedan expuestas las limitaciones del material y la absoluta falta de creatividad de sus creadores. Para aquellos que suelen disfrutar y reivindicar los valores de las comedias populares de Hollywood, Dos locas en fuga resulta, por lo tanto, una absoluta decepción.