Donde se esconde el diablo

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Temor en la comunidad

El diablo es el villano de cine de terror que más vigencia tiene y el que provoca mayor temor. Esto es porque puede cobrar cualquier forma o ninguna, y su poder parece ilimitado, además de no ser un invento del cine.
Donde se esconde el diablo es una historia de terror que transcurre en una comunidad amish. Cualquier amish que aparezca en el cine nos remitirá siempre y para siempre a Testigo en peligro, la obra maestra de Peter Weir con Harrison Ford.
El cine no necesita explicar cómo son esas comunidades en gran parte gracias a esa película.
Acá el conflicto son seis niñas que nacen la misma noche de un seis de junio. 666, se sabe, es el número de la bestia. Otro conocimiento adquirido de forma masiva gracias otro film, La profecía.
El temor de los jefes de la comunidad es lo que ocurrirá cuando esas jóvenes (de las que han quedado cinco) alcancen la mayoría de edad, ya que a los dieciocho años la profecía dice que una de ellas será la hija del demonio.
Pero el tema del diablo es la excusa que el film tiene para mostrar los manejos dentro de la comunidad, los peligros de la endogamia y la perversión de los líderes puritanos.
Todo esto sumado suena prometedor, pero las escenas claves de la película están ejecutadas sin ninguna gracia y el guión atraviesa demasiados espacios conocidos, y la rutina se apodera del relato. El cine no son solo buenos puntos de partida, sino la habilidad de convertir esto en grandes películas.