Donde se esconde el diablo

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

Estoy hecho un demonio (nadie me para esta vez)

Desde la escena de la masturbación con el crucifijo de El exorcista sabemos que el camino preferido que toma Lucifer para la posesión de las almas es el sexual. El Diablo representa el mal absoluto con un toque pícaro de perversión, ya que como nos enseñan las innumerables referencias literarias y cinematográficas que lo mencionan, es un molesto que pierde el tiempo tentando a muchachas y muchachos puros, inocentes e intrascendentes. Pero cuando el Diablo se pone serio es una clara alegoría de uno de los actos más perversos y malvados de los que es capaz el ser humano, el abuso sexual de menores. Donde se esconde el Diablo pretende abarcar estas y otras facetas de la presencia demoníaca, además de un par de subgéneros y lugares comunes del cine de terror. La confusión que rodea esta película es grande.

TOPICOS

El querido Satanás se engolosina con las comunidades religiosas como menonitas y amish, o como los candorosos de La aldea, o lo que sea que represente la comunidad de Donde se esconde el Diablo. En serio aquí está todo: una profecía, un asesino de cara cubierta al mejor estilo Mike Myers, y un alma noble y pura que cuesta mucho poseer, y un alma insidiosa que es poseída de inmediato. Un cura pedófilo (Colm Meaney) y el personaje de Rufus Sewell que quiere quedar bien con todos y cuya inacción es la culpable de todo lo horrible que le pasa a su hija interpretada por una correcta Alycia Debnam-Carey.

Donde se esconde el Diablo es ese tipo de proyectos que pretenden servirse de unas cuantas fuentes y vertientes cinematográficas y literarias pero que sólo se queda en la superficie de esa exploración, por lo cual se nota de inmediato que es un pastiche medio bobo. El caótico guion de Karl Mueller nos regala una serie de personajes unidimensionales como Rebekah interpretada por Jennifer Carpenter (la intensa de El exorcismo de Emily Rose), cuya función es estar enojada con la protagonista hasta que la sorprende la muerte, o Abby (Katie Garfield), amiga sexualmente excitada de la protagonista, un clásico del cine de terror, que por supuesto muere miserablemente.

FINAL CANCHERO

El final de Donde se esconde el Diablo es esencialmente el mismo que el El último exorcismo parte 2, es decir la protagonista deja de luchar contra su destino y se convierte finalmente en una posesa autoconsciente y chistosa que desata rápidamente una ola de maldades y atrocidades. El problema es que en la película que nos compete el final está pegado con plasticola y es un obvio intento de acomodar los desacoples de su guión lagunero. Termina dejando una sensación de menor tedio pero no alcanza para salvar una película que nos hace sufrir de falta de cohesión y convencionalidad durante sus 86 minutos.