Donde habita el diablo

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

Desde la resurrección del horror con Actividad Paranormal en 2009, muchos han intentado copiar el formato, y llenarse de dinero los bolsillos, pero pocos lo han logrado. Donde habita el Diablo (llamada originalmente Emergo y renombrada en Estados Unidos como Apartment 143) intenta con un manotazo de ahogado tomar tan siquiera unos quince segundos de fama con una trama demasiado familiar y resultados no tan espectaculares como para sostener la escasa hora y cuarto de duración.

Para muchos el argumento resultará como un déjá vu muy vívido: cámaras por todas partes, sensores de calor, tres expertos en sucesos paranormales y una familia acechada desde la fatídica muerte de la matriarca de la casa. Ahora tan solo quedan el acongojado padre, una hija adolescente muy hostil para con él y, el integrante familiar que no puede faltar para provocar nerviosismo en la platea, el infante.

Es increíble que el director de la joyita Buried, con Ryan Reynolds, sea el mismo que haya escrito el guión de esta historia paranormal carente de efecto: la mitad del tiempo los especialistas roban cámara explicando todos los aparatos que utilizan para captar cualquier anomalía en el departamento, y la otra transcurre mediante sustos de cartón que ya se han visto decenas de veces. No puede ni rescatarse la premisa, que intenta darle un giro mas realista a la situación para cerrar el telón con una escena que patea el tablero de algo que podría haber sido medianamente aceptable.

De forma acertada incluso los sustos mas usados en el género pueden servir si están bien posicionados, y éste es el caso. El joven director Carles Torrens al menos sabe cómo y cuándo llamar la atención del público en los momentos más incómodos. También es para encomendar la tarea de dirigir al elenco, comenzando desde lo más destacable de la actuación de Kai Lennox (Beginners) quien tiene una de las escenas más descorazonadoras del film con una confesión, pasando por la dupla de Rick Gonzalez y Fiona Glascott, un dúo que se la pasa flirteando y aporta el toque de humor para alivianar las tensiones. También cabe mencionar al desastre de Michael O´Keefe como el doctor Helzer, simplemente un actor de relleno que pareciese está al frente de una cámara oculta, no de una película en la que tenía que actuar. Lamentable.

Donde habita el Diablo tiene varios puntos altos en cuanto a suspenso, pero nunca mantiene esa fascinación y miedo por lo desconocido que tan famoso hizo al subgénero cámara en mano. Para ser justos, la película recupera un poco de intensidad en los últimso diez minutos pero no es suficiente para sostener un guión lánguido y sobreexplicativo y una trama por demás superficial.