¿Dónde está ella?

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

PEQUEÑAS LUCHAS

El título original de ¿Dónde está ella? es Nos batailles, cuya simple traducción es “Nuestras batallas”. El primero suena un poco a thriller medio pelo de los noventa, remitiendo a la premisa más simple con la cual explicar el argumento de la película: un trabajador de una fábrica, Olivier (Romain Duris), al que un día súbitamente le desaparece la esposa, con lo que tiene que hacerse cargo solo de la crianza de sus hijos, mientras procura continuar con su habitual existencia como puede. En cambio, el segundo insinúa algo mucho más profundo y complejo, casi incluso épico, que define no solo a un personaje sino a un conjunto de personas.

Lo cierto es que la película de Guillaume Senez se propone como un retrato particular pero que pretende evocar resonancias a dilemas sociales e incluso políticos. El drama de Olivier no es solo familiar y/o de pareja, sino también laboral, porque mientras está tratando de entender las razones del abandono de su mujer, en la fábrica donde trabaja y es representante gremial comienzan a haber despidos difíciles de justificar. Todo esto confluye y a su vez actúa como un efecto dominó en su vida: ha sido abandonado por su esposa y no sabe por qué; apenas si puede con las tareas del hogar y la crianza; un compañero de trabajo se suicida; y hasta comienza un frágil vínculo romántico con una compañera gremial. En verdad, su conflicto de fondo es ético y moral: hay apariencias que ya no puede sostener, roles que debe asumir cuando tenía casi naturalizado que los desempeñaba otra persona, y deberes que cumplir frente a sus pares, incluso cuando no se siente totalmente a la altura para hacerlo.

El mérito de Senez está en poder combinar todo este remolino de obstáculos que enfrenta Olivier sin recurrir a subrayados explícitos o golpes bajos. Hay una búsqueda de empatía constante con el protagonista, siguiéndolo muy de cerca con la cámara en mano, casi siempre desde el movimiento o contemplando cómo está luchando para no explotar y desbordarse, pero eso no lleva a un regodeo en las desgracias que lo atraviesan. En ¿Dónde está ella? ronda cierto espíritu de los cines de los Hermanos Dardenne o Laurent Cantet, con sus respectivos seguimientos de las clases trabajadoras obreras despojados de paternalismo, y eso se agradece bastante, porque es lo que salva a la película de caer en miserabilismos.

Pero si Senez tiene bien aprendida la lección de no juzgar a los distintos personajes –lo cual le permite conseguir, además, muy buenas actuaciones, particularmente de Duris-, eso no le alcanza para imprimirle al relato la suficiente energía para conmover o construir una lectura político-social más sólida. Hay un conflicto particular, un recorrido de aprendizaje por parte del protagonista, heridas que se cierran y otras que no, un abordaje del ámbito fabril, pero ¿Dónde está ella? no logra en muchos pasajes salir del lugar del drama correcto y prolijo. Las ambiciones de hacer interactuar lo íntimo con lo sociológico están a la vista, pero a Senez, recién con dos largometrajes a sus espaldas –aún con su evidente habilidad para la puesta en escena-, todavía le falta desarrollar una mayor sensibilidad para conmover con sutileza e inteligencia al espectador.