Django sin cadenas

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Quentin Tarantino irrumpió con el uno-dos de Perros de la calle (1992) y Pulp Fiction (1994). Ésta consiguió la Palma de Oro en Cannes y, sobre todo, ser una de las películas-emblema de la última década del siglo XX, uno de esos films recicladores y creadores de íconos. Ése fue siempre el arte de Tarantino: el reciclaje de la historia del cine -la que le interesa, voracidad mediante, voracidad cambiante- a la vez que crea íconos instantáneos. ¿Instantáneos es igual a efímeros? No en este caso: las películas de Tarantino han sobrevivido a las revisiones, a las nuevas películas de Tarantino, a los mayormente penosos imitadores de Tarantino y hasta al propio Tarantino, un personaje difícil.Tarantino es uno de los pocos directores actuales que superan en popularidad a sus propios actores, por más famosos que sean: las películas de Tarantino son, masivamente, de Tarantino.

Django sin cadenas no es la excepción: es una película de Tarantino, reconocible, que se puede ligar a la anterior y magistral Bastardos sin gloria y no solamente por la presencia de Christoph Waltz. En Django sin cadenas también se reescribe la historia, aquí ubicada un par de años antes de la Guerra Civil estadounidense en el sur esclavista. Tarantino construye secuencia tras secuencia con esa devoción por seducir, sorprender e impactar que se espera de él: encuadres cada vez más perfectos (el uso del paisaje es el mejor en todo su cine), musicalización energética, diálogos sofisticados, estallidos de violencia, actores que transmiten algo así como la felicidad de estar actuando para y con uno de los cineastas que definen al cine contemporáneo.

La historia de Django sin cadenas está centrada en Django, un esclavo al que vemos al inicio en un paisaje de spaghetti western , uno de los condimentos de esta operación de reciclaje de Tarantino: es un esclavo entre varios, en una fila con grilletes contra un paisaje árido, completado con música y tipografía que nos llevan a otras décadas, a otros estilos, pero, como pasa siempre en Tarantino, esta opción estilística no es lineal ni absoluta. Tarantino adora los disfraces, pero no para permanecer oculto tras ellos. Tarantino se disfraza y cambia de disfraz para poder operar desde diversos ángulos, para apropiarse de esta historia de liberación de un esclavo por parte de un alemán cazarrecompensas en Texas, y también de compañerismo y una misión de rescate luego en Mississippi. Un poco de spaghetti western , un poco de blacksploitation , de cine político, de comedia (notable secuencia-chiste sobre el Ku Klux Klan en su prehistoria), de cine de súper acción.
Movimiento y quietud

La estructura narrativa de Django sin cadenas es episódica. La aglutina el protagonista -tremenda eficacia tensa de Jamie Foxx-, pero las peripecias son notoriamente disímiles en tensión y en duración: la película tiene mayor velocidad en su primera mitad y menor desde que aparece Leonardo DiCaprio. Luego de una extensa y magistral entrada en la plantación, que marca la desaceleración del movimiento, la película se detiene en el espacio. Esas dos mitades, la del movimiento y la más quieta (es notable la diferencia en kilómetros recorridos por los protagonistas), incluyen violencia en diversos grados (altos) de bestialidad e intensidad. Django sin cadenas es una película salvajemente violenta, también es una película de gran capacidad de inventiva, una de esas en la que todo puede destruirse: con dinamita, con tiros que impactan una y otra vez en heridos, con paredes manchadas de sangre y con violencias mayores sin necesidad de armas. Django sin cadenas es una de esas películas que hacen estallar las expectativas, incluso las que se tienen con un autor como Tarantino y sus diálogos filosos y eternos (marca registrada) como constructores de tensión y resueltos con velocidades inesperadas (largos tiroteos, secas ejecuciones, hasta cuestiones legales). Tarantino se nutre una vez más de la historia -del cine y del mundo- para entregar cine de extraordinario impacto y a la vez perdurable.