Divorcio a la finlandesa

Crítica de Miguel Frías - Clarín

Del amor al odio

Una pareja separada sigue conviviendo en esta comedia.

El principal problema de Divorcio a la finlandesa , comedia negra estilo La guerra de los Roses , es el delta de subtramas que desembocan en el ancho río de los conflictos de pareja. Demasiadas. El amor/desamor en un matrimonio de años tiene los componentes necesarios como para hacer humor trágico: Mika Kaurismaki decide agregar historias y personajes vinculados con la mafia, un artificio deliberado que le quita efectividad a la película.

El filme empieza con una pareja adulta, sin hijos, ya quebrada. Juhani (Hannu-Pekka Björkman) es terapeuta familiar. Es decir: le aconseja a los demás cómo superar conflictos que él no puede superar. Su esposa, a punto de convertirse en ex, se llama Tuula (Elina Knihtilä) y trabaja de consultora empresarial: en las primeras secuencias da una conferencia sobre la importancia de la motivación en el trabajo; motivación que... ya no encuentra en su matrimonio.

¿O sí? Porque este matrimonio en supuesta etapa terminal se odia profundamente y el odio es un impulso pasional, a veces más poderoso que el del amor erosionado por la rutina. El caso es que Juhani, que tiene compulsión a comer en exceso, y Tuula, una mujer fría, abandonada por la madre durante su infancia, intercambian denigraciones. Ella le dice que la avergüenza que lo vean con él, con un tipo tan gordo; él le contesta que come para compensar la falta de sexo con una mujer muy masculina. Degradación en tono cómico.

Con una música de resonancias tangueras (el mítico “tango finlandés”), el matrimonio establece los límites territoriales del campo de batalla y una serie de reglas “bélicas”. Se supone que las cumplirán. Pero no. Porque la principal, no llevar amantes a la casa que comparten, es violada por ambos. Los celos, incluso la sobreactuación de bienestar para buscar la envidia del otro, toman el centro. En este punto, los personajes funcionan como los de Muertos de risa , de Alex de la Iglesia. El divorcio civilizado no funciona, sí la barbarie.

Pero la historia se va poblando de personajes secundarios e historias vinculadas con robos, venganzas y prostitución, muchas de ellas protagonizadas por familiares. Juhani, que da consejos políticamente correctos mientras tiene la teoría de que nadie conoce a su esposa hasta que no la enfrenta en un divorcio, notará que hay cosas peores que el matrimonio. Tuula también. Entre tanta violencia verbal, tal vez la pareja irá pensándose como mal menor. Lo mismo puede pensarse del filme, que de a ratos se sale de norma, aunque tampoco dé para la felicidad o el festejo.