Divergente

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

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Primera de una saga de cuatro películas, tiene romance, acción, malos malísimos y a Shailene Woodley (“Los descendientes”).

No empezó, por cierto, con aquel niño mago de los anteojitos rotos, pero las historias con protagonistas que no encajan en una sociedad se fueron convirtiendo en sagas literarias y luego cinematográficas. Ya a esta altura da lo mismo si Harry Potter en Hogwarts pertenecía a Gryffindor o a otra de las cuatro casas de la Escuela de magia, y si Bella no sabía si enamorarse de un vampiro o un lobo en Crepúsculo. En Divergente, Beatrice (luego Tris) no ensambla en ninguna de las cinco facciones en las que quedó dividida la sociedad luego de una guerra, en una Chicago futurista y apocalíptica.

Pero si en la saga de Potter era el sombrerito el que elegía adónde pertenecía cada alumno nuevo, en Divergente la decisión de ser lo que se quiere ser es de cada quien. Las facciones son Erudición, Abnegación, Osadía, Verdad y Cordialidad. La familia de Beatrice está en Abnegación, la casta que gobierna, pero al hacerle un test ella resulta Divergente y cuando decide, opta por Osadía.

Lo que sigue es una fuerte competencia dentro del grupo, en un entrenamiento feroz (cual Los juegos del hambre) porque pocos seguirán adelante, y el resto serán desclasados.

La comparación con las sagas ya nombradas no es ociosa, y hay aquí mucho de Los juegos del hambre -protagonista femenina que debe luchar por su supervivencia-, pero sin la crítica social a los medios de comunicación y en especial al reality.

Divergente es el comienzo de una saga adolescente de fuerte impacto, con ritmo sostenido y gran despliegue de producción. Y, de paso, el tanque de Semana Santa.

En esta saga está más claro que en otras que el poder de uno mismo es el motor que lo lleva adelante. Tris no tiene un físico como para estar en Osadía, pero a ella el miedo, el temor, no la paraliza. La despierta. En ese ejemplo está, tal vez, la razón por la cual el libro Divergente se convirtió en un éxito instantáneo, y tenga en los cines un correlato acorde.

La autora, Veronica Roth, tenía sólo 22 años cuando publicó la novela, que tendría dos continuaciones (Insurgent y Allegiant -la saga fílmica contará con cuatro películas, ya que el último libro estará dividido en dos filmes-). Sheilla Woodley (la hija adolescente del cornudo George Clooney en Los descendientes) da perfecto con el rol. Su personaje tiene su costado romántico, cómo no, pero lo que más atrae es que es una más, que si triunfa es porque persevera. Y si está algo desperdiciada Kate Winslet, como la malvada que desde Erudición quiere tomar el poder y eliminar a los Divergentes, la película tiene suficiente brío en cada vuelta de tuerca, en sus sorpresas y su desarrollo para nada lineal.