Despedida de soltera

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

La suerte de la fea

Comedia negra, o mejor ácida, Despedida de soltera tiene la contra de que muchos la compararán con Damas de honor , otra comedia que rondaba el mismo escenario y fue un éxito inesperado. Aunque Despedida de soltera es una creación anterior, ya que se trata de una obra Off Broadway, cuya autora Leslye Headland adaptó ahora para el cine.

Las bromas sobre sexo, discapacidades, los vómitos, las corridas y todo lo que rodea al filme, que transcurre casi enteramente durante una jornada en Nueva York -con toques de la locura que Scorsese le imprimió a Después de hora -, la hacen un plato fuerte, aunque no pesado. Y si puede pasar inadvertido el primer “mensaje” (las tres ex compañeras de colegio más agraciadas no pueden creer que la gordita de la clase se case antes que ellas, que no consiguen pareja seria o algo por el estilo), el mismo está ahí, casi durante 90 minutos.

Quienes vieron Damas de honor recordarán inmediatamente a la obesa Rebel Wilson, ahora como Becky, la que se casa “con un bombón”, como mascullan Regan (Kirsten Dunst), Katie (Isla Fisher) y Gena (Lizzy Caplan). La rubia, la pelirroja y la morocha, tratando de llevar a buen puerto una despedida de soltera “tranqui” y llegar a una boda con un vestido de novia destrozado.

Es ésta una de esas películas en las que las actuaciones están muy arriba de las situaciones y diálogos. Fisher ( Los rompebodas , Loca por las compras ) y Dunst, la ex chica de El Hombre Araña , cumplen, pero la que se destaca es Lizzy Caplan (una de las Chicas pesadas ) con un personaje con más vueltas que una calesita, y por ello -vaya paradoja-, el más entendible de esta comedia entre disparatada, burda, soez y pasatista.