Despedida de soltera

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

Con amigas como estas, ¿quién necesita enemigas?

Con el estreno de Damas en guerra el año pasado, se derribó el mito de que las mujeres no podían replicar el humor sucio de los varones y tener el apoyo de las grandes audiencias, todo mantenido con una buena historia y personajes queribles. Con esos mismos ahora llega Despedida de soltera (Bachelorette, 2012), una comedia dramática que, si bien entretiene, no encuentra el balance entre las risas y los momentos serios.

Las bodas acercan a todos, para bien o para mal. Por eso, Becky (Rebel Wilson) invita a su grupo de amigas de la secundaria, para que sean damas de honor en su casamiento. Ellas son la dedicada y obsesiva Regan (Kirsten Dunst), la lenta y aprovechada Katie (Isla Fisher) y la libre y desgastada Gena (Lizzy Caplan). Las tres tienen algo en común: están mucho más interesadas por armar una fiesta alocada que por la ceremonia en sí. Pero cuando se mandan un error y terminan rompiendo el vestido de la novia horas antes del gran día, las desinteresadas jóvenes tendrán que correr de un lado al otro para arreglar la falta, lo que las llevará a encontrarse con algunas duras verdades sobre ellas mismas.

Hay que destacar que, en su debut en el cine, la directora Leslye Headland supo conseguir a las actrices adecuadas para traer a la vida el aspecto cínico y políticamente incorrecto de su guión. Los personajes de Dunst, Fisher y Caplan son horribles en sus acciones, pero a la vez uno no puede evitar simpatizar con ellas, debido al encanto, el ritmo y las interacciones que tienen entre ellas, mientras pasan por situaciones absurdas en escenarios como la ceremonia o un club de strippers.

Lamentablemente, la historia no puede definirse bien. Por la primera mitad del film, es básicamente una versión femenina y más limitada de ¿Qué pasó ayer?, que por la mayoría del tiempo funciona debido a como se abraza el descontrol y la irreverencia de las protagonistas. Pero en el tramo final, se retroceden varios casilleros cuando, de pronto, se siente una necesidad de justificar las acciones de ellas, y se insertan subtramas más reales (involucrando temas como el aborto, el suicidio y la bulimia), que no encajan con el unidimensional y festivo compás llevado antes, y que encima no tienen mucho desarrollo o cierre.

Al final, Despedida de soltera vale la pena debido al muy buen trabajo de sus damas principales, que se mantienen firmes a pesar de los altibajos del indeciso guión. Si se puede aprender algo de todo esto, es que las groserías valen para ambos sexos.