Desmadre, fragmentos de una relación

Crítica de Guillermo Colantonio - CineramaPlus+

La maternidad se ha convertido en un asunto crucial por estos días. Y el documental, como género, en una posibilidad terapéutica, a tal punto que es muy frecuente hallar numerosas reflexiones, deconstrucciones y tejidos discursivos sobre lo íntimo, lo privado, lo familiar. La película de Sabrina Farji se encuadra dentro de esta vertiente, en la cual la catarsis enunciativa de las imágenes parece compensar situaciones al borde del estallido. Tres generaciones de mujeres comparten un viaje y esa experiencia se intercala con otras mujeres hablando a cámara sobre los vínculos maternos. No se trata de una celebración precisamente sino de voces en primera persona que pueden ser disidentes y contundentes en torno a las relaciones madre/hija, incluidas las de profesionales.

En esta lógica, y como en toda familia, el documental contiene altibajos. Hay zonas de interés y otras poco factibles de involucrar demasiado al espectador, dada su naturaleza narcisista. Es el riesgo al que están sometidas este tipo de propuestas donde lo privado ocupa todo el dominio de la pantalla. Ciertas tensiones entre las mujeres captan la atención, al igual que algunos testimonios incluidos, sin embargo, la representación insistente de momentos cotidianos hace ingresar a la película en un terreno de banalidad y esquematismo no siempre empático. Por ello, la historia fragmentada levanta vuelo durante el viaje, porque allí hay una exploración hacia lo indeterminado que no solo pone en jaque los estereotipos en torno a la identidad de las mujeres y los roles familiares, sino a la idea misma de realización. Tal movimiento se desenvuelve frente a cámara con fricciones y afectos despojados de espectacularidad. El mismo concepto de actuación queda subvertido a favor de una naturalidad a la que hay que acostumbrar la mirada.

Puede haber una premisa, puede haber un objetivo, pero lo que muestra en forma permanente Desmadre. Fragmentos de una relación es que lo que prevalece es la búsqueda y que el camino se hace andando. De allí la naturaleza ensayística, imperfecta y despareja de la película, un signo que no debe verse como algo negativo. Por el contrario, es una productividad que funciona por tramos, pero que no deja de ser estimulante.

Por Guillermo Colantonio
@guillermocolant