De dioses y hombres

Crítica de María A. Melchiori - Cine & Medios

El auténtico coraje de vivir

Es primavera en la abadía de Nótre Dame de L´Atlas, en Thibirine. Ocho monjes, encabezados por el abad Christian (Lambert Wilson) despiertan por la madrugada y comienzan su labor en la comunidad musulmana luego del rito de oración. En esta comunidad que no comparte sus creencias, los religiosos trabajan, comercian e incluso se ocupan de curar a quienes por aislamiento o falta de recursos no tienen otra posibilidad de atención.
Así las cosas, en una zona siempre al filo del conflicto étnico y religioso, un grupo de fundamentalistas islámicos comienzan a asesinar a cuanto extranjero encuentran en esas montañas que el gobierno no llega a controlar. Advertidos por gendarmes y vecinos, los monjes se debaten entre la obediencia a su conciencia y el lógico temor que los compele a abandonar la pequeña comunidad donde son tan queridos y valorados.
Con actuaciones notables, aunque sin estridencias, Xavier Beauvois ofrece una pintura somera, de una objetividad casi documental, sobre un dramático episodio que tuvo lugar en 1996 en una abadía cisterciense de la región montañosa del Magreb. Con parsimonia y preciosismo fotográfico, sigue a los monjes en su discurrir diario entre la comunidad musulmana. Los espía en la privacidad de sus cuartos, en sus momentos de duda, en sus disensos.
En el punto culminante, en torno a una mesa que pese a su austeridad espera ser festiva, con un clímax musical que estremece sin palabras, el director logra levantar un poco el ritmo ondulante de la trama; ya no decaerá. Los últimos minutos, si bien previsibles, tienen el valor de una buena resolución dramática: no es hasta ese punto que el espectador, pese a haber contemplado la cotidianeidad cansina (aunque incansable) de los religiosos, percibe claramente la densidad de la historia que se ha desarrollado frente a sus ojos. El drama es tan viejo como la humanidad y trasciende credos y condiciones: no hay mayor coraje que amar hasta darlo todo.