De dioses y hombres

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Sobre sacrificios y mandatos divinos

Quinto film del cineasta y actor Beauvois, galardonado con varios premios César y candidato al Oscar extranjero, De dioses y hombres narra un hecho real: la masacre de ocho monjes cristianos realizada por fundamentalistas islámicos. Pero más allá de aquel horror que aun no admitió responsables definitivos, plantea una serie de dilemas, estéticos y formales, en relación a las posibilidades de registrar en imágenes “un film religioso”.En efecto, De dioses y hombres narra, con extrema cautela y pudor, los rituales de los ocho personajes que manifiestan con voz tenue y susurrante la misión que tienen asignada –tratar de igual manera a católicos y musulmanes– en medio de un enfrentamiento bélico, la historia transcurre en la austera morada de los clérigos en Argelia. Austeridad, despojamiento, pequeños detalles son los que describe Beauvois con su cámara, acumulando mínimos conflictos de los personajes, donde se destaca el médico del grupo (gran trabajo del veterano Michael Lonsdale). Sin embargo, la religiosidad que impera en cada una de las imágenes, también ostenta sus trampas estéticas.La parsimoniosa narración, provista de un tempo que por momentos resulta arbitrario y gratuito, modifica sus características nunca enfáticas en una escena cercana al desenlace. Acaso previendo la proximidad de sus muertes, los monjes tienen su última cena donde toman vino mientras la banda de sonido arrecia con los acordes de El lago de los cisnes. Allí, la película busca la emoción, oponiéndose al detallismo extremo con el que había buceado en las vidas de los monjes. En ese momento, la película cede su paso al lagrimón gratuito, a la fácil búsqueda del llanto del espectador. Salvando las distancias, imaginemos el minimalismo de puesta escena de Diario de un cura rural (de Bresson) invadido por los soldados-barrabravas que muelen a golpes a Cristo en La pasión de Cristo (de Mel Gibson). Allí está el momento crítico de la película: emociona y hace un agujero en el estómago, pero tampoco oculta su torpe manipulación y su transparente abyección.