Daddy Longlegs

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

¡Cuidado con papá!

Con una estructura que remite a Cassavetes, Daddy Longlegs (Go Get Some Rosemary, 2009) sigue durante dos semanas el periplo de un padre inconsciente a cargo de sus dos pequeños hijos. El resultado: un retrato tan irónico como desgarrador.

Lenny (Ronald Bronstein) es un treintañero separado de su esposa padre de dos hijos que debe hacerse cargo de ellos durante dos semanas al año. La inmadurez del progenitor saldrá a la luz cuando ante una seguidilla de actitudes desconcertantes sean los propios niños quienes teman por su integridad física y psicológica y deban hacerse cargo de la caótica situación. Mención aparte merece el trabajo de los hijos, interpretados por Sage y Frey Ronaldo (también hermanos en la vida real).

Los hermanos Joshua y Ben Safdie son los encargados de dirigir esta típica película indie norteamericana de carácter observacional. Durante poco más de hora y media siguen con una cámara en mano las insólitas actitudes de un personaje que bien podría ser el eje de un film de Adam Sandler o Jim Carrey: Son como niños (Grown Ups, 2010) sería el reverso. Pero que en este caso funciona de manera adversa.

Desde la construcción cinematográfica, Daddy Longlegs utiliza algunos elementos del Dogma 95, como la cámara en mano, la imagen granulada, la luz natural y una banda musical que proviene sólo de sonidos diegéticos, exceptuando el lírico final. Las escenas, de una enorme sencillez, crean una sensación atemporal que permite ubicarlas en cualquier época, menos en el presente.

Los Safdie presentan una historia edificada sobre el más absoluto de los minimalismos acerca de un hombre autodestructivo y dos niños obligados a madurar antes de su tiempo para así evitar un mundo propio menos peor. Una propuesta diferente.