Cuento Chino, Clasista y Combativo

Crítica de Marcelo Oliveri - El rincón del cinéfilo

Modesta, sencilla, pero sincera mirada a una realidad que no se puede ocultar

Las paredes, algunas revocadas, otras con el ladrillo pelado, dan marco al llanto de una mujer gorda sentada en una esquina. Otra, una canosa, espera sola y angustiada en otro rincón. Un mudo hiperactivo pasa cargando cajas de leche que se reparten entre niños y madres. Todos aferran la leche a su cuerpo como un tesoro preciado.

El Chino atiende a un enfermo terminal en la cocina; luego, se pone la bata de médico, come un sándwich de milanesa, le regala un libro sobre la maternidad a un drogadicto-delincuente en recuperación y se dispone a la entrega de diplomas del curso de salud que él mismo inventó. Las mujeres del barrio reciben llorando de alegría sus diplomas de Agentes de Salud.

El Chino -así se lo menciona durante toda la película (nunca sabremos su nombre verdadero)- es uno de esos héroes anónimos de la Argentina profunda y desconocida. Es, sí, un médico, pero ante todo un luchador, un revolucionario, un "loco lindo", un idealista...

En este documental que Pepe Salvia, que rodó entre el 2000 y 2006, vemos cómo El Chino va ampliando una sala de primeros auxilios en Villa Elena, un barrio muy pobre de La Matanza. Con alguna ayuda privada, y un casi nulo aporte oficial, fue montando una red de contención social en un contexto dominado por la drogadicción, los robos, el desempleo o la desnutrición.

Allí donde el Estado está ausente, se dedica a atender a decenas de pacientes por día, a alimentar al barrio, a trabajar en la rehabilitación de los adictos y hasta a formar cientos de agentes sanitarios que recorren la zona para tratar de mitigar los efectos de la progresiva degradación de los vecinos.

Es un interesante documental, modesto, sencillo, bien estructurado, más allá de sus deficiencias, que nos recuerda cómo es la vida hoy por hoy para un gran segmento de los argentinos.

Como la vida misma Pepe Salvia es el mejor cronista de este tiempo en una realización que merecemos ver los argentinos para saber –o recordar- dónde estamos parados, y despertar –o reactivar- conciencia auténticamente humanitaria y social.

Lamentablemente no se encontrará entre los diez títulos más vistos el fin de semana, por su muy modesto lanzamiento, la reducida cantidad de salas en las cuales se exhibe, y los espectadores muy poco afectos a mirar, ver y reconocer una realidad que está a la vuelta de la esquina. Pepe Salvia cumple en reflejarla, ¡ojalá! adultos y adolescentes se sientan movidos a mirar y reflexionar sobre la realidad reflejada.