Cuando oscurece

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

"Cuando oscurece", padre e hija en fuga.

La continuación de "36 horas" acusa cierto desgaste del material narrativo pero de todos modos construye una historia atractiva, con la pequeña actriz Matilde Creimer Chiabrando como gran sorpresa.

Extraño caso nacional de “secuela”, Cuando oscurece sigue los pasos de Pedro tiempo después de los hechos de 36 horas, estrenada hace aproximadamente un año. En aquel largometraje, el protagonista, interpretado por César Troncoso, se veía enfrentado al pago de una importante deuda de negocios ligada a su productora audiovisual en el mismo día del cumpleaños número seis de su hija, generando de paso nuevas rispideces con su ex (Andrea Carballo) y socia en el negocio. Una película tensa y definitivamente urbana.
Cuando oscurece –que a pesar de esa ligazón puede verse de manera independiente– mantiene en gran medida la tensión dramática, pero traslada la acción a ámbitos del “interior” del país mucho más agrestes. No se sabe cuánto tiempo ha transcurrido desde el final de los hechos del film previo; tampoco cómo ha terminado el asuntillo de la deuda, pero es claro que la separación de Pedro y Érica sigue firme. El hombre acaba de pasar unas vacaciones con su hija Flor y está a punto de “devolvérsela” a la madre, pero algo ocurre, una decisión intempestiva o, quién sabe, quizás reflexionada con tiempo.

Lo cierto es que Pedro y Flor continúan de viaje ya en tiempo de descuento y terminan en una cabaña agreste alquilada por tiempo indeterminado. Las pistas de que algo no está del todo bien son evidentes: ante el encargado de la posada Pedro afirma que no encuentra los documentos en los bolsos, y cuando Flor le pide el teléfono para llamar a Mamá la respuesta es que Érica está trabajando unos días en un lugar sin señal. El espectador cae rápidamente en la cuenta de que Pedro está embarcado en un clásico intento desesperado por asirse a algo que se ha perdido. O tal vez una venganza. O ambas cosas y otras más entreveradas. Troncoso vuelve a repetir un personaje que parece siempre a punto de quebrarse, aunque aquí el origen del nerviosismo y el malestar tienen orígenes diversos. No es casual que Néstor Mazzini haya bautizado la que será una trilogía (la saga se completa con la futura La mujer del río, según afirma la gacetilla de prensa) como Autoengaño: si alguien cree que puede salirse con la suya a pesar de todas las evidencias en contra es justamente Pedro.

Cuando oscurece es un relato mínimo y, a lo largo de sus casi noventa minutos, suele notarse el desgaste del material narrativo. A pesar de ello, y más allá de la vuelta de tuerca final –que parece un tanto excesiva teniendo en cuenta aquello que la antecede–, la dinámica entre padre e hija, los cambios sutiles en la relación, la creciente sospecha de la niña de que su padre no está haciendo las cosas bien, mantienen el interés hasta el desenlace. La gran sorpresa de la película es la actuación de Matilde Creimer Chiabrando, quien no sólo logra salir airosa cuando tiene que procesar las líneas de diálogo más difíciles sino que aporta un nivel de frescura naturalista notable a lo largo de todo el relato. Con apenas cuatro películas en su filmografía –las dos de Mazzini y Nuestros días más felices y Mamá, mamá, mamá, ambas de Sol Berruezo Pichon-Riviére– la jovencita Creimer Chiabrando es ya toda una actriz consumada.