Creed II: Defendiendo el legado

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Desde que en 1976 Sylvester Stallone logró llevar a la pantalla Rocky, su gran proyecto personal, el personaje ha pasado por un total de seis películas a las que hay que sumarle una nueva saga basada en el hijo de su primer gran rival, Apollo Creed. En total son ocho las películas “de Rocky” que se han estrenado. A pesar de los diferentes de niveles, no hay duda de que se trata de uno de los personajes más populares que ha dado la historia del cine. Con Creed (2015) se buscó hacer una nueva versión de Rocky mientras que en Creed 2 (2018) se juega un paralelo fuerte con Rocky IV, la más alocada, absurda y divertida de las películas con el personaje de Rocky Balboa.

Adonis Creed (Michael B. Jordan) consigue convertirse en campeón, tiene un matrimonio feliz y pronto será padre. Pero un desafío pondrá en riesgo todo lo obtenido. El joven Viktor Drago (Florian Munteanu) será el próximo oponente de Creed. Sí, Drago es el hijo de Ivan Drago (Dolph Lundgren), el boxeador soviético que mató a Apollo Creed en una pelea. Aquella pelea que le costó la vida al mejor amigo de Rocky, que desde entonces siente una enorme culpa por no haber detenido aquella pelea. Rocky IV terminaba con Balboa aceptando competir en la Unión Soviética contra esa máquina llamada Ivan Drago.

Con el peso de reencontrarse con ese pasado, Donnie quiere aceptar el desafío, pero Rocky cree que es un error. Siendo una película parecida a las de la saga original, no será difícil adivinar como seguirán las cosas. Pero tal vez la mayor diferencia de todas está dada por el interés que el guión de Sylvester Stallone a sus rivales de turno, sin duda lo más interesante de la película. No falta emoción, aun cuando las fórmulas se vean acá un poco gastadas.

Ivan Drago y su hijo Viktor también cargan un trauma. Ambos fueron abandonados por Ludmilla Drago, esposa y madre, cuando Rocky venció a Iván en aquella memorable pelea. Y sí, Ludmilla aparece en la película y por supuesto está interpretada por Brigitte Nielsen. Es interesante como la conexión con el pasado de la saga viene del lado de la emoción y no del guiño cómplice. De pronto, y de manera completamente inesperada pero brillante, nos enteramos del dolor y el sufrimiento de Ivan Drago y las secuelas de aquella derrota. Pocos artistas entienden tanto el deporte como Sylvester Stallone y lo sigue demostrando película tras película.

A pesar de que muchas escenas giren sobre situaciones muy repetidas –no hablamos de códigos de género, sino de escenas ya demasiado conocidas- lo cierto es que Creed II sigue resultando interesante. Tal vez las peleas no son tan impactantes como las de Creed pero la película gana en emoción y drama, como lo hacía la primera de las película de Rocky. Es bueno recordar que Rocky Balboa no es Stallone, sino que es un personaje que él creo y que al verlo actuar aquí uno recuerda que tiene sus propias características y no se parece a ningún otro personaje posterior que Stallone haya hecho.

Aquel debate moral sobre detener o no la pelea cobra nuevamente sentido en esta película, pero es sobre los hombres del villano Drago que quedará la decisión más importante y dramática. Los otros temas vinculados a la saga, como la lealtad, el orgullo, la responsabilidad y la humildad, también aparecen y no son menores. La película tiene un cierre parecido al de Creed, lo que también resulta, por quienes lo protagonizan, muy emocionante. Pasan los años, todos envejecen, pero Rocky Balboa y sus historias aún tienen algo para ofrecer y un legado que no deja de crecer.