Creed: corazón de campeón

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Un cross a la mandíbula

Como el Ave Fénix, Stallone renace en, tal vez, la mejor de la saga de Rocky después de la original y la tercera.

Cuando todo hacía suponer que la historia de Rocky Balboa, tras los dos últimos intentos de su mentor, Sylvester Stallone, no daba ni para salir a bailotear un primer round, Creed: corazón de campeón, es como un cross a la mandíbula.

Creed es el primer filme con Rocky que no tiene guión de Stallone. El libreto y la dirección es de una de las ya no promesas, sino realidades del cine independiente que salta al cine mainstream, Ryan Coogler. Si con el drama racial Fruitvale Station (2002) demostró sangre caliente, aquí el realizador negro se adueña del cuadrilátero a sus 29 años para el resurgimiento de la saga y (otro más) un nuevo renacimiento de Stallone como intérprete.

Creed es homenaje, pero también reescritura de la Rocky que en 1976 le ganó el Oscar como mejor película a Taxi Driver. Las semejanzas son enormes. Adonis Johnson (Michael B. Jordan, otra revelación) es el hijo bastardo de Apollo Creed, el bravucón que le ganó a Balboa en la primera pelea por el título mundial. Pendenciero y peleador, rescatado por la viuda de Apollo de reformatorios, crece y deja Los Angeles para ir a Filadelfia a que Rocky lo entrene. Balboa tiene un restaurante (que se llama Adrian, en honor a su esposa fallecida) y, mascullando como siempre, termina aceptando.

Como en Rocky, Adonis es el tapado que tendrá la chance de enfrentar al gran campeón, un inglés bravucón (el boxeador de la vida real Tony “Bomber” Bellew). También tiene a su novia (Tessa Thompson). Y, por si fuera poco, una vitalidad, un vigor, un aguante similar al de su coach.

Las coreografías de los combates (muchos en plano secuencia, una sola toma) son impresionantes, lo mismo que las interpretaciones. Stallone cada tanto -Copland (1997) fue un ejemplo- se deja dirigir y brota de él una templanza, una mesura y una sobriedad desconocidas, y logra una empatía con la platea inmediata. Jordan, a quien vimos como Johnny Storm en la deprimente nueva Los 4 Fantásticos, pero que protagonizó Fruitvale Station donde era imposible sacarle los ojos de encima, se exige física y psicológicamente para encarnar a esta casi alma gemela de Balboa. Menos ignorante obtuso, pero igual de necio.

No en las escenas de combate, sino en las que Creed y Rocky, Jordan y Stallone comparten es donde está la clave del éxito de la película. Y quizá Creed no reúna generaciones como Star Wars, pero tiene fibra y musculatura como para seguir peleando.