Creed: corazón de campeón

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Un nuevo round de Rocky

Este año se cumplen 40 años de Rocky, película que inició la popular saga boxística que, con siete entregas, cruzó todas estas últimas décadas y marcó a varias generaciones de cinéfilos. Como los buenos vinos, la historia del Rocky Balboa de Sylvester Stallone ha madurado de forma notable, asentándose, por un lado, y adquiriendo renovadas fuerzas para sostenerse en pie con absoluta nobleza, por otro.

Con Stallone ocupando ahora un papel secundario como entrenador y mentor que se ubica entre lo mejor de su larga trayectoria (está nominado al Oscar y merecería ganar el premio), el protagonista es Adonis "Donnie" Johnson (un convincente Michael B. Jordan tanto desde lo físico como desde lo dramático), hijo de Apollo Creed, mítico rival y luego amigo de Rocky, al que nunca llegó a conocer.

Tras una impecable (por su precisión y austeridad) presentación de los personajes y sus conflictos, Creed: Corazón de campeón se concentra en dos elementos esenciales de este subgénero: la relación maestro-alumno y la evolución de la carrera deportiva, aunque también hay espacio en las algo más de dos horas para una subtrama romántica con una cantante interpretada por Tessa Thompson.

En su segundo largometraje tras el consagratorio debut con Fruitvale Station (también protagonizado por Jordan), el guionista y realizador Ryan Coogler no sólo recupera y recrea con amor y respeto el espíritu épico y emotivo de la saga, sino que le imprime un sello propio, sobre todo en las escenas de combate. Una de las primeras peleas de Adonis, por ejemplo, está narrada en un único y prodigioso plano secuencia para el que contó con el siempre notable aporte de la directora de fotografía Maryse Alberti.

Clásica y moderna a la vez, Creed: Corazón de campeón es melancólica porque homenajea a sus predecesoras (sobre todo a la primera), pero decididamente contemporánea porque está concebida también para el consumo de los nuevos públicos. Es sensible y entretenida. Reivindica a Stallone y logra de él una actuación prodigiosa con los reconocibles fondos de la ciudad de Filadelfia. Otra gran película del veinteañero Coogler. Dos de dos.