Copia certificada

Crítica de Lucas Moreno - Bitácora de Vuelo

ESTO QUE REPRESENTO

El Sabor de la Cereza fue insoportable. Tenía 14 años y el cine iraní estaba de moda. Quería ser inteligente, entonces iba a funciones de salas independientes los domingos a la siesta. Dormir en una butaca hubiese sido lo más lúcido, pero desinteresarse por la obra maestra delataba al impostor. Entonces me acreditaba dos horas de cine iraní y trataba de imbécil a cualquiera que deje pasar la película.

El falso interés se interpretaba tan bien que no dudaba de mi coeficiente cinéfilo. El snob monstruoso masticaba al adolescente triste.
¿Qué pasó durante estos años para que Copia Certificada me parezca impactante y perfecta? ¿Completé la metamorfosis?

No. Detesto lo existencialmente aparatoso y al cine rumano ni lo tengo en cuenta. Copia Certificada se olvidó de ser una obra maestra porque es una película superdotada. Película que piensa de verdad; desde sus formas estéticas y poderes narrativos. Suponer que una película pensante es existencialista porque “uh, mirá vos, se pone en jaque”, es un error grave.

Pensar es violento: estruja la realidad y hace de la percepción una guadaña loca. Kiarostami piensa al cine desde su propio cine, convirtiéndose en un metafísico fílmico. Lo hace sin grandilocuencia y se lo agradezco, pero también reconozco que sus películas me aburren mucho.

Copia Certificada marca de entrada una diferencia: pone en escena a Occidente. Los protagonistas son intelectuales histéricos y desdichados cerebrales. No vemos nenes pobres o mujeres reprimidas por sociedades antipáticas. Que esté Occidente en la mira te aproxima la película, haciéndotela auténtica.

Además, la primera mitad dispara una polémica contundente: en el arte la originalidad no sirve. El genio creador se eclipsa ante una copia mejorada de lo mismo. No está mal: los guiños western de Tarantino son mejores que los westerns y Súper 8 es técnicamente superior a cualquier cine ochentoso. Con estas ideas salpicando, Binoche y Shimell discuten y expanden el problema. La antinomia original/reproducción se vuelca sobre relaciones humanas y prefijos culturales. El asunto va poniéndose áspero, Binoche y Shimell sobrevuelan el conflicto realidad/ficción y Copia Certificada alcanza un límite siniestro de complejidad.

Ahí Kiarostami aplica al máximo la violencia del pensamiento; no se conforma con el devaneo de la pareja, obliga a que el espectador haga su ajuste perceptivo. Decidir qué película se está viendo o qué personajes se acompaña es difícil. Gracias a este estímulo Copia Certificada es inteligencia pura, rechazando ser una obra maestra obesa masturbada por cinéfilos.

Copia Certificada necesita a sus espectadores como partes activas del relato. Necesita ser reproducida constantemente para drenar su genio.

Imbécil cualquiera que la deje pasar.