Contrarreloj

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Por la plata y por la hija

Nicolas Cage debe correr para conseguir US$ 10 millones, o encontrar a su hija secuestrada: todo, hasta que se acabe el pochoclo.

Hay películas que no hacen mal a nadie. Que pasan por la pantalla, entretienen un rato, y al tiempo se las olvida.

Nicolas Cage tiene unas cuántas en su haber. La carrera del sobrino de Francis Coppola -de hecho su nombre es Nicholas Kim Coppola- es tan dispar como prolífica. Son 71 títulos desde su debut hace 31 años en Picardías estudiantiles. Pícaro o no, Cage se las rebusca en el cine de acción, donde la pegó con La Roca y Contracara, los dramas -de Adiós a Las Vegas, que le reportó el Oscar, a Alas de libertad y Corazón salvaje- y las comedias de aventuras.

Contrarreloj es de ésas que Cage hace casi en piloto automático, pero esta vez se olvidó los tics y el peluquín, qué cosa, se disimula mejor.

Ladrón de bancos -de bóvedas de bancos-, a Will lo están por apresar con 10 millones de dólares en la mano, y decide quemarlos antes, para que la sentencia disminuya. Le dan ocho años, y cuando sale de prisión, su hija adolescente, que se siente abandonada, lo espera menos que sus cómplices y el detective que se quedó con la sangre en el ojo. Nadie cree que Will haya quemado el botín, y sí esperan que los recupere, unos para dividirlo, otro para apresarlo.

Pero -siempre hay un pero- Vincent (Josh Lucas, lejos de Poseidón y de jugar al galán, con el pelo largo y sucio y una pierna ortopédica) quedó resentido y quiere más que su parte a toda costa. Así que rapta a la hija de Will y le pide que le dé los 10 millones de dólares. Will no los tiene, y sí tiene poco tiempo.

Rodada en Nueva Orléans, ciudad favorita de Cage donde filmó más de una de sus películas, cambiaron el guión para que de la original Nueva York se pasara a la ciudad post Katrina. Y como de taxis se habla, decidieron que la acción transcurriera durante el Mardi Gras, el carnaval, para que Will se vuelva algo loco en encontrar a su hija escondida en el baúl de un taxi.

El director Simon West ya había dirigido a Cage en Con-Air, otra de acción con trama ridícula. Lo dicho: pasa rápido, dura lo que un balde de pochoclos.