Cocina del alma

Crítica de Laura Otero - Every thursday to the cinema

Zinos tiene dos cosas importantes en su vida; la primera es su restaurante, un antro espectral llamado Soul Kitchen y la segunda es su novia, una muchacha de clase alta llamada Nadine. Zinos vive para su restaurante, y cuando su novia le anuncia su partida a Tokio por trabajo el se encuentra entre la espada y la pared. No sabe que hacer con su negocio, si bien su novia lo necesitaba; el tenía que trabajar.

Ante este panorama gris aparecen tres personas que definen el futuro de Zinos; el primer personaje es un ex compañero de primaria que le quiere comprar el terreno donde esta su restaurante y para eso decide mandarle un comité de higiene del gobierno que le pone un plazo incoherente para un monton de obras que debe realizar si quiere mantener abierto el negocio; fruto de ello y para ganar más dinero y clientes decide contratar a un chef de un restaurante de autor; este es el segundo personaje que entra en juego. Ante toda una mar de problemas y con su relación amorosa pendiendo de un hilo, Zinos decide dejarle la fonda a su hermano para que este la dirija mientras el viaja a Oriente, he aquí el tercero en cuestión.

De esa base surgen las más curiosas variaciones; los cruces más insospechados se producen, dejando al espectador atónito. La primera parte de la película pasa sin pena ni gloria, pero desde la mitad hasta el final, se vuelve muy graciosa y llevadera. Es un film ligero pero llevado a cabo con sencillez, sin necesidad de recurrir a chistes obvios, escatologicos o sexuales; de esos que estamos demasiado acostumbrados a ver en el cine.