Chicas armadas y peligrosas

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Amigas son las amigas

Sandra Bullock y la comediante Melissa McCarthy (famosa por la serie Mike & Molly) llevan adelante una comedia de enredos, no exenta de algunos guiños escatológicos.

Las llamadas "buddy movies", esas películas centrados en una pareja compinche, generalmente con personajes opuestos pero milagrosamente complementarios, históricamente fueron protagonizados por los hombres, aunque haya excepciones como la extraordinaria Una eva y dos adanes de Billy Wilder o más recientes como La boda de mi mejor amiga Paul Feig y La cosa más dulce de Roger Kumble.
Inscripta en ese subgénero y con la pizca de escatología que se extiende desde la nueva comedia americana al resto, Chicas armadas y peligrosos se asienta en dos actrices singulares como Sandra Bullock y sobre todo Melissa McCarthy, una de esas actrices que parece nacida para la comedia.
Las chicas no pueden ser más diferentes. Mientras que Ashburn (Bullock) concentra toda su vida en su trabajo como una eficiente agente del FBI que sin embargo no logra un merecido ascenso por su incapacidad de relacionarse con sus compañeros, Mullins (McCarthy) también está bastante sola y sin contacto con el resto de los policías de Boston, a los que insulta y desprecia.
Por un caso, la inevitable cuestión de las jurisdicciones entre el buró de investigaciones y los locales, hace que las mujeres empiecen con el pie izquierdo, aunque por supuesto, con el correr de los minutos y los gags más o menos resueltos, nace el respeto profesional, luego las confesiones y el verdadero afecto que se convierte en amistad para toda la vida. Una "buddy movie" con todas las de la ley.
Pero algunos buenos momentos de comedia, la química y el oficio de las protagonistas –aunque hay que decir que Bullock sobreactúa bastante la rigidez de su personaje– no son suficientes y la propuesta se va deshilachando a medida que ante cada diferencia surge el momento del entendimiento.
Frente a cada momento físico hay una pausa para que el público se ria con (¿o de?) Melissa McCarthy, y algunas situaciones demasiado vistas y la búsqueda del efecto de escenas ya transitadas pero que se supone, en manos de las mujeres pueden provocar una sonrisa.
Y aunque la comparación es odiosa y hasta injusta, es como si desde el principio el plan del director Paul Feig fue ubicar a dos actrices en un plan al estilo de Jerry Lewis y Dean Martin para ver qué pasaba.