Cazafantasmas

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Quizás sea el caso de la “nueva versión” de Cazafantasmas una de las propuestas más anunciadas, retrasadas, y comentadas, de los últimos tiempos. Desde que la penosa muerte de Harold Ramis hecho por tierra la posibilidad de una aletargada tercera entrega en forma de reunión original; la idea de un remake sufrió de un fuerte rechazo, más aún cuando se anunció su elenco integrado por mujeres.
Son notorios los casos en que a una película se le “pega” tanto con cada anuncio antes de ver el resultado final.
Sin embargo, la gente de Columbia/Sony parece tener alguna suerte de fórmula extraña para hacer funcionar sus remozamientos frente a todos los pronósticos; no es la primera vez que lo logran, y Cazafantasmas no es la excepción. En este caso, el secreto se guarda en seis personas.
El guion se recuesta solo lo justo y necesario en la nostalgia para crear un universo nuevo de la mano de su director y co-guionista (junto a Kate Dippold) Paul Feig, quien cuenta con la experiencia suficiente en el mundo de las comedias manejadas por mujeres; Bridesmaids, Spy, y The Heat, demuestran que ese es su ámbito.
Así como Ivan Reitman en 1984 creaba un ámbito justo para que los cuatro actores desplegaran lo que mejor sabían hacer, Feig se ubica en el mismo lugar, pero desde su propia impronta.
Los hechos siguen a Erin Gilbert (Kristen Wiig) científica dedicada a la física que aspira a una beca como profesora en la Universidad de Columbia. En su currículum descubre la mancha que significa haber escrito junto a su amiga Abby (Melissa McCarthy) un libro sobre ciencia de lo paranormal, y lo único que desea es que ese libro desaparezca del mercado.
Como un rencuentro de camaradería, Erin y Abby vuelven a unirse. Abby sigue trabajando en el rubro de lo oculto, ahora en compañía de Jillian Holztmanm (Kate McKinnon).
Mientras tanto, diferentes sucesos paranormales se suceden en la ciudad de Nueva York, algo o alguien parece relacionarlos; uno de ellos será de una estación de subterráneos en la que trabaja Patty (Leslie Jones), quien luego de presenciar la aparición de un fantasma se convertirá en la cuarta integrante de este cuarteto de mujeres que, con el manejo de la ciencia, salen a combatir el mundo espectral.
La historia no varió en gran medid respecto a lo que ya conocíamos, quizás sí, el conflicto o la aventura principal, que se irá desarrollando a medida que la película avance. Pero no por eso necesita de hacer una constante referencia; salvo en los cinco cameos (algunos más desaprovechados que otros) y el hecho de que la canción emblema sea descripta en diferentes frases de los diálogos, es poco lo que aquí se abusa de la memoravillia.
Son cuatro mujeres, todas comediantes, y Feig permite que cada una haga su show. Todas tendrán su momento para lucirse, y dependerá de cómo nos caiga de antemano cada una de ellas para apreciar el resultado.
Claramente gran parte del relato recae en Wiig, suelta y espontánea, asertiva en cada uno de sus gags que apuntan hacia todos lados y hacia todos los calibres. McCarthy, conocida por un humor más rayano en lo grosero, acá encuentra un tono medido, quizás menos participativo, pero nunca desbordado. Jones entra algo tarde en la historia, pero aprovecha cada uno de sus momentos. Por último, McKinnon es quien menos incorporada se ve, tiene varias escenas en donde la historia parece frenarse para que ella proponga su gag, es una suerte de comic relief dentro de una película donde todos son comediantes.
Más allá de los lucimientos particulares, como sucedía en Bridesmaids, se ofrecen buenos momentos para el conjunto, esta vez aprovechando el tono de camaradería propio de los films de la década de 1980.
Hay buen timing para la acción, en un producto que es básicamente una comedia, y una muy lograda, porque las risas son constantes. Sí, hay algunos baches, algún punto que no cierra, o esos elementos forzados por la coincidencia o el cliché; pero en cada uno de esos momentos uno recuerda que es una comedia, que no es necesario poseer una estructura dura, sino ofrecer un gran entretenimiento, y esta película lo es.
Feig y sus cuatro protagonistas, ¿Quién es la sexta persona que hace que este mecanismo funcione? Chris Hemsworth. El actor conocido por ser Thor en el universo Marvel, se une como Kevin, el adonis y torpe secretario de las chicas, y es sencillamente lo mejor de la propuesta. Cada una de sus intervenciones invitan a reírnos a las carcajadas, desde sus diálogos y su juguetona interpretación. Cuando en el futuro se recuerde algo de este film, es posible que en mucho tenga que ver sus logradas escenas.
Esta Cazafantasmas versión 2016 no busca quedar en el panteón de lo eternamente memorable, pero le hace justicia a una franquicia que se ganó el corazón de todo aquel que fue chico durante los ’80; y precisamente la fórmula pareciera ser crear su propio camino.
Ágil, divertida, con un despliegue justo y no abrumador, Cazafantasmas no poseera grandes dotes de originalidad; pero en lo suyo, en el elemento de comicidad se erige como una propuesta más que lograda. Dejen los prejuicios y éntrenle con confianza.