Causas y consecuencias

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Pocas veces podemos decir esto de un film, su título local es más acertado en significancia que el original de su idioma.
“Causas y consecuencias” es el noveno trabajo como director del otrora galán cinematográfico Robert Redford, y como tal, vuelven a lucirse las mismas inquietudes que ya asomaron en sus últimos trabajos, las causas políticas y los dilemas morales; pero lo llamativo y lo que distingue a este film del resto es el retorno, en un cierto punto del relato, a su otra etapa narrativa, la inicial, más preocupada por relatos de vida con “problemas” emocionales, lo que llamaríamos una historia del corazón, o simplemente un drama emotivo.
Redford vuelve a dirigirse a sí mismo como Jim Grant, abogado especializado en Derecho Administrativo (causas contra el Estado) que ve invadida su vida cuando Shjaron Solars, una simple ama de casa (Susan Sarandon, que al igual que los vinos mejora con los años) decide entregarse a la policía y revelarse como una activista terrorista buscada desde los años ’70.
Quien ata los cabos es un joven periodista, Ben Shepard (Shia LaBeouf en otro rol que le queda grande), que en pos de una primicia investiga hasta concluir que Grant no es solo un posible abogado defensor de la mujer sino que mantiene una identidad oculta, Nick Sloan, un compañero de Sharon en el activismo, y al que también buscan por la muerte de un guardia de seguridad en medio de uno de aquellos actos.
Todo esto desembocará en fuga de Jim/Nick, quien irá localizando a sus ex compañeros de lucha en pos de ayuda y tratando de encontrar a su antigua novia que formó parte del núcleo más duro de aquella agrupación (Julie Christie).
Así, el relato irá por dos vías, los antiguos activistas que ahora llevan apacibles vidas con secretos; y por otro lado Shepard que realiza su investigación, con dudas internas cada vez más grande y que intenta colaborar y a la vez eludir a un FBI a cargo de Terrence Howard.
Evitemos hablar de algunas incongruencias o puntos de la historia que no suenan muy lógicos – Redford con una hija que podría ser su (bis) nieta, o escapando y corriendo más rápido que un helicóptero por un bosque – el problema de “Causas y consecuencias” es otro.
El viraje que hace la historia, al que hicimos referencia al principio, va minando la energía del relato, hace que el film pierda consistencia y tal vez esa indefinición, ( es un thriller político puro o un drama clásico?), suma confusión a sus prestigiosos secundarios .
Eso genera que se pierda interés, la acción decaiga y la cinta pierda fuerza a medida que avanza el metraje.
Basándose en una novela de Lem Dobbs, Robert Redford vuelve a demostrar cómo ser un director que ama el sistema en el que vive. Maneja bien lo que hubiese sido una historia mucho más interesante, pero abandona la rebeldía a mitad de camino para plantear otro ángulo de la cuestión y termina entrampado en un relato demasiado previsible, casi un culebrón.
La sensación al final de la proyección es que Redford tiene las condiciones intactas como director, sólo necesita analizar más en profundidad los guiones que le llegan y acepta.