Casi un gigolo

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Italianos, judíos y otras etnias en una Nueva York colorida

Han pasado casi quince años desde la última película en que Woody Allen actuara y no fuera dirigido por si mismo. De hecho, en muy pocas oportunidades Woody ha sido protagonista de films de otros directores. Fue el caso de sus primeros dos: “¿Qué pasa Pussycat?” y “Casino Royale” pero ya en el tercero (“Robó, huyó…y lo pescaron”) era él quien estaba detrás de la cámara.
Vale entonces señalar lo excepcional de “Casi un gigoló” (Fading Gigoló”), la quinta película como realizador de John Turturro, al contar con el director de “Hannah y sus hermanos” en el reparto. Y si se nombra a este último título de 1986 es porque en él Turturro, de apenas 28 años, aparecía y aún no era mayormente conocido. No tuvo que esperar mucho tiempo para lograr cierta fama de la mano de Spike Lee (“Haz lo correcto”) en 1989 y sobre todo de los hermanos Coen. Ellos lo dirigieron y lo hicieron famoso con “De paseo a la muerte” en 1990 y sobre todo con “Barton Fink”, un año después.
En Argentina únicamente se estrenó “Mac y sus hermanos”, su primer largometraje como realizador, con fuerte contenido autobiográfico. De hecho, el actor-director personificaba a su padre italiano que llegó como albañil a Nueva York, mientras que su hijo mayor (Amedeo) hacía de John cuando niño.
Ahora vuelve a interpretar a un italiano de sugestivo nombre (Fioravante), un personaje que da nombre al film. Quien hace de proxeneta (cafishio) es nada menos que Murray (Allen), a quien se le ocurre la idea de armar una sociedad explotando las presuntas habilidades sexuales de su amigo. Y la primera clienta será la Dra. Parker, una rica dermatóloga de la cual Woody es paciente. Sharon Stone la protagoniza y a los 55 años ella demuestra, en una escena, que sus piernas conservan el atractivo que le dieron fama con el personaje de Catherine Tramell en “Bajos instintos”.
La película abunda en temas caros al director de “Manhattan” ya que entre sus personajes hay varios de raza judía y en particular hasídicos. Es el caso de la viuda Avigal que tiene seis hijos y que compone convincentemente Vanessa Paradis, ex pareja de Johnny Depp y sobre todo famosa como cantante ya que apenas a los catorce años se hizo mundialmente popular con “Joe le Taxi”. En cine no se la ha visto mucho en Argentina aunque son recordables “La chica del puente” y “Rompecorazones”, además de su trabajo como modelo y como rostro publicitario de Chanel.

Turturro logra en apenas escasos noventa minutos recrear una historia multiétnica ya que además del policía judío al que da vida Liev Schreiber, habrá una pulposa “clienta” colombiana que interpreta Sofía Vergara (“ménage à trois con la Stone”) y una familia de raza negra del propio Murray, o tío Mo como lo llaman los chicos. Varios parientes del director actúan tales como su prima Aída y su hijo menor Diego Turturro.
Lo que consigue es crear situaciones divertidas como la que protagonizan varios miembros de la comunidad judía cuando una especie de tribunal enjuicia a la joven Avigal por su aparente relación con Fioravante. Es preferible no dar más pistas aunque sí señalar que se disfrutan las situaciones, muchas emotivas, en un relato donde si algo queda claro es que Nueva York es una ciudad colorida con numerosas etnias que conviven en ella. La banda sonora con canciones de Dalida y la propia Vanesa Paradis entre otras es una del