Casi un gigolo

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Formas de ganarse la vida

Nueva York (Brooklyn sobre todo). Comedia picaresca. John Turturro (también guionista y director) y Woody Allen como protagonistas. Humor italiano y humor judío (con sus múltiples cruces y coincidencias). Los ingredientes son tentadores y, si bien el resultado final dista bastante de ser un manjar cinéfilo, Casi un gigoló tendrá seguramente muchos "comensales" en la Argentina.

Fioravante (Turturro) y Murray (Allen) son amigos de toda la vida, pero ambos transitan por un presente complicado, ya que el segundo se ve obligado a cerrar su librería en la que el primero atendía al público. Súbitamente desempleados (aunque Fioravante también se las ingenia como florista), ambos encontrarán una inesperada salida laboral.

A partir de una insinuación de la dermatóloga de Murray (Sharon Stone), éste convence a Fioravante de trabajar como taxi-boy (la propuesta incluirá un ménage à trois con nada menos que la voluptuosa Sofía Vergara). Pero, claro, la "amenaza" del verdadero amor para este insólito e improbable seductor aparecerá en la figura de Avigal (Vanessa Paradis), una viuda a la que la cerrada comunidad hasídica (y sobre todo un policía interpretado por Liev Schreiber) pretende mantener alejada de "contaminaciones" externas.

Si alguien espera un tratado sobre los efectos socioeconómicos de la prostitución masculina en la madurez o los excesos de los fanatismos religiosos deberá orientar hacia otro lado: Casi un gigoló está construido con un tono premeditadamente zumbón, superficial, lúdico, casi inocente y, en ese sentido, incluso valiéndose de fórmulas y estereotipos, resulta un entretenimiento menor, pero bastante eficaz.

Casi un gigoló es una mirada por momentos simpática y no exenta de ternura a las contradicciones, dilemas, tentaciones y códigos masculinos, así como una descripción de la interacción cosmopolita de Nueva York (el Murray de Allen, por ejemplo, convive con una mujer y varios niños afroamericanos).

Humor, erotismo y mucha música es la fórmula que el Turturro guionista y realizador tiene para ofrecer aquí. Esos elementos -y, claro, la presencia de Allen en un papel diseñado para su lucimiento en esta etapa de su vida- conforman una propuesta algo previsible, es cierto, pero que para muchos espectadores resultará poco menos que irresistible.