Carne sobre carne

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Crítica Digital

La película del placer

La obra cinematográfica de Armando Bo e Isabel Sarli, más allá de las discusiones que ha despertado entre fans y especialistas, e incluso más allá de su cuestionable estatuto de juguete pop, es una de las más consistentes que ha dado el cine argentino. No es, en modo alguno, despreciable, más allá de su carácter de films eróticos o vagamente pornográficos. Y no fueron concebidos ni desde la impericia cinematográfica, ni desde el craso interés comercial ni desde el utilitarismo fisiológico, sino a partir de la idea de que existía –y existe– un sustrato cultural sólido en la Argentina, repetidamente enterrado bajo capas de represión ideológica y física.

A partir de ese supuesto, Diego Curubeto –crítico, especialista en géneros marginales, dedicado defensor de lo que la Academia, considera “bajo” en el cine aunque no lo sea, erudito desenfrenado y, como si fuera poco, humorista– construye Carne sobre carne, un documental sobre lo que Armando y la Coca han hecho por y desde nuestro cine.

El film es una especie de patchwork que, incluso si sigue un recorrido más o menos cronológico, apela a cuanto recurso tiene a mano para iluminar la obra. Desde ficcionalizaciones –quizá lo menos acertado técnicamente de la película, a pesar de apariciones sorpresivas como la de Álex de la Iglesia– hasta material inédito que quedó en el piso de la sala de montajes de varios films, más bellas animaciones del especialista rosarino Pablo Rodríguez Jáuregui, que establecen el puente –simbólico y real– entre el cine de Bo y la clase B estadounidense, vereda de monstruos. También, claro, entrevistas con la propia Isabel Sarli.

Es cierto: muchas de las anécdotas que narra son conocidas, pero a esto se le suman la espontaneidad del gesto y el descubrimiento del control estético que estrella y director tenían sobre lo que hacían. El espectador se asombra de que esos films no fueran fruto de la casualidad o la improvisación sino de que hubiera realmente un plan estético detrás, que fuera, realmente, “cine de autor”.

De todo lo que incluye el film, la historia de cómo se hizo su película africana La diosa virgen –anécdota que incluye una mirada sobre el apartheid y el racismo en Sudáfrica– es de lo más jugoso. Un verdadero placer de película.