Carlos

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Una biopic explosiva

Pese a que Carlos, nuevo opus del interesante Olivier Assayas, es una versión reducida de 165 minutos recortados a una miniserie que cuenta con casi seis horas de metraje, la esencia de esta fascinante biopic sobre uno de los terroristas más buscados durante la década de los 70 y 80 permanece intacta. No son pocas las virtudes de un film que de antemano se declara como ficción pero que reúne una batería de datos históricos reales, presentados con el mismo rigor empleado en una minuciosa descripción del contexto político comprendido entre la guerra fría y el nuevo escenario mundial a partir de la caída del muro de Berlín.

Ese proceso de desintegración (ciertas voces proclamaban para entonces el fin de las ideologías) que concluye en los noventa con la unificación de las dos Alemanias es el marco ideal para mostrar las transformaciones del terrorismo como herramienta anti sistema que al tomar contacto con ideas fundamentalistas se fue transformando en otra cosa y aún hoy muta en diferentes direcciones, donde está claro el alejamiento de doctrinas en reemplazo de intereses financieros de numerosos grupos sin patria ni banderas.

La polémica figura de este terrorista interpretado brillantemente por el venezolano Edgar Ramírez, más conocido internacionalmente como El Chacal (llevado al cine en más de una oportunidad), se va construyendo desde un guión meticuloso de Olivier Assayas y Dan Franck con el claro objetivo de explorar varias aristas del personaje: su pensamiento estratégico y no tanto político; su natural cualidad de líder; su temperamento y sangre fría para llevar hasta las últimas consecuencias operaciones de alto riesgo; su debilidad por las mujeres y sus contradicciones humanas, que muchas veces lo llevaron a tomar decisiones equivocadas.

Estructurado en un orden cronológico ascendente, que comienza a principios de los setenta para terminar a mediados de los noventa, el relato incorpora una amplia galería de personajes que surgen relacionados directamente con la dinámica narrativa y que pueden dividirse de acuerdo a su nivel de jerarquía y peso dentro de una trama de la que derivan varias subtramas. Estas responden a reuniones, negociaciones y operaciones terroristas, donde el trasfondo político juega un rol primordial.

En ese complejo entramado se juegan varias cartas: las diferencias ideológicas entre dogmatismos y pragmatismos; las disputas de poder dentro de las propias organizaciones terroristas y las estrechas conexiones entre el terrorismo y el estado como su activo financista. Sin embargo, el punto a resaltar de este atrapante thriller político es el contexto histórico en el que se desarrollan los acontecimientos que definen con exactitud el convulsionado orden mundial en una época donde el poder de los países árabes era mucho mayor al de ahora a pesar de que los conflictos en Medio Oriente continúen por la misma senda.

En ese teatro de operaciones, Carlos se involucra activamente con la causa Palestina agrupándose en diferentes células terroristas que tienen como principal enemigo a los israelíes, al sionismo y a los países árabes aliados de Estados Unidos. Su intensa y comprometida lucha se extiende a lo largo del film por diversas geografías donde la amenaza de captura crece y los apoyos de diferentes grupos de poder comienzan a mermar.

Bajo esta premisa que se despoja de toda mirada romántica o inquisidora sobre su personaje, el realizador francés maneja a la perfección el pulso narrativo aportando un dinamismo inusual a una película atractiva, que sortea con inteligencia las convenciones habituales de toda biopic y logra un estilo muy personal, tanto desde el punto de vista del relato ficcional como cinematográfico.