Calzones Rotos. Revancha de Mujeres

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Los calzones rotos del título no hacen referencia a ninguna imagen sexual o escatológica, ni a la banda de ska argentina. Calzones rotos es una masa dulce y frita, muy popular en Chile, país en el que se rodó esta coproducción con nuestro país, con Patricio Contreras y Jorge D’Elía.

La película podría tener cualquier otro título, porque si bien se habla de los calzones rotos, es como si a Luna de Avellaneda Campanella la hubiera titulado Churros rellenos. Pero no hay semejanzas.

Calzones rotos es una comedia, en cuanto a su género, que entremezcla en una casona de familia adinerada -en una ciudad chilena sin definir, como así tampoco la época- distintas situaciones que pueden sonar incongruentes, o no.

Como la película va y vuelve en el tiempo, mejor aclarar que las protagonistas son todas mujeres, y que los hombres cubren un rol por lo general patético. Como el de Contreras, un hombre que engaña a su mujer, la dueña de la casona, que en el presente del relato confesará a un cura (D’Elía) que lo asesinó hace cuarenta años y lo puso en un arcón.

Entre muertos, amoríos, incestos, prostitución, machismo, Calzones rotos, del italiano afincado en Chile Arnaldo Valsecchi, no alcanza a ser una mirada crítica o cínica sobre la condición de la mujer. En tal sentido, atrasa, aunque sea de 2017.