Calles de la memoria

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Construcción colectiva

El último film de Carmen Guarini se introduce en la acción de un grupo de vecinos de Almagro y Balvanera que lucha por conservar y honrar la memoria de los desaparecidos.

Carmen Guarini, que asentó casi toda su obra en el ejercicio y los mecanismos selectivos de la memoria –desde Tinta roja y Jaime de Nevares, último viaje, pasando por H.I.J.O.S., el alma en dos, hasta Meykinof y Gorri–, una vez más aborda la temática del terrorismo de Estado, pero esta vez desde la iniciativa de un grupo de vecinos, Barrios por la Memoria, que desde hace unos años vienen interviniendo el espacio urbano con baldosas que recuerdan a los desaparecidos con nombre, apellido y si se conoce, la fecha en que fueron detenidos y luego asesinados por el aparato de terror que tenían montado los militares durante la dictadura.
El objeto de interés del documental es entonces la acción concreta vecinal que lucha por conservar y honrar la memoria de los desaparecidos, pero Guarini complejiza la indagación sobre el tema por partida doble a partir de su experiencia como docente de un taller de documentales: por un lado lleva la cuestión a sus jóvenes alumnos que no vivieron la dictadura, pero además, los estudiantes son extranjeros, que en algunos casos no tienen registro de lo que pasó en la Argentina y otros, que vienen de países en donde los regímenes dictatoriales que sufrieron recién están empezando a ser abordados por la sociedad, como Chile, España y Brasil.
Esta mirada generacional y si se quiere ajena, toma contacto con los vecinos que llevan adelante su labor en las calles y da como resultado el encuentro de otros significados y sentidos al ejercicio de la memoria.
Las discusiones sobre cuál es el texto adecuado para cada baldosa, la participación en la elaboración del objeto en escuelas para que los chicos sean partícipes de la historia, los testimonios de vecinos y transeúntes en las veredas, todo eso está registrado en el film con los ojos "nuevos" de los jóvenes documentalistas extranjeros, que en el film completan el círculo cuando son filmados en pleno trabajo de campo.
Es decir, la construcción de las baldosas va de la mano de la construcción colectiva de la memoria, y a la vez, se suman a la elaboración del documental, que por definición, es un documento para la posteridad.
Inteligente, incisiva y a la vez profundamente reflexiva, el film de Guarini pone en tensión de qué manera se juega el ejercicio de la memoria en el día a día de una ciudad, una sociedad, que a veces tiende a negar el pasado y a veces, como lo que pasa con el trabajo de los vecinos de Balvanera y Almagro, recuerda de manera colectiva con la ambición de que el trabajo de concientización al alcance a todos.