Caídos del mapa

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

El sótano de los sueños

El canchero, la linda, el sabelotodo, la tímida y la “buchona”. Si hay un estereotipo del grupo escolar, así lo reflejó la escritora y dramaturga argentina María Inés Falconi, quien en 1995 publicó el primer libro de su exitosa saga que se completó con nueve libros más.

Este filme (¿habrá segunda parte?) se centra en cinco amigos: Federico (Felipe Corrado), Graciela (Sofía Calzetti), Fabián (Tomás Carullo Lizzio, muy seguro de sí mismo), Paula (Ailén Caffieri) y Miriam (Brenda Marks Cobas). Los primeros cuatro personajes buscarán ratearse de la clase de Geografía de La Foca, la inquieta interpretación de Karina K, cuya vista le juega malas pasadas.

Estos alumnos de séptimo grado deciden ir al rincón más inexplorado del colegio, obviamente un sótano, donde sus tonos ocres y aspecto derruido parecen llevarlos a otra dimensión: la de sus sueños, miedos y deseos más profundos.

Uno de los problemas de esta película es su forzada atemporalidad y ambientación, como si se tratase de una historieta. Y eso sin tener en cuenta que hoy es 2013 y no 1995. El preadolescente actual no es el mismo del de casi dos décadas atrás; todo se aceleró, cambiaron las costumbres (ejemplo, tecnológicas), por ende la inocencia e ingenuidad de Caídos del mapa, alarman. Es difícil creer que un chico de 12 años se identifique con ellos. Sí, un infante.

Otro punto polémico es la estructura del filme, digno de un carácter más televisivo que cinematográfico. En el recorrido por los recovecos del recinto, sólo faltan los cortes publicitarios: todo está muy demarcado, la acción es tibia y posee escasa fluidez. Amén que los actores secundarios fueron caricaturizados en sus papeles y algo desaprovechados, caso Osqui Guzmán (El Plomero), quien no deja de gesticular ante la cámara.

De los chicos, la más creíble es la “olfa” Miriam, quien logra cierta empatía con el público y siempre está al tanto de todo, y no permite que nadie concrete sus planes. Ella pasa de acusada a acusadora y manipula psicológicamente a sus amigos en el “juicio” en el sótano. Allí, los estudiantes verán una bandeja reproductora de discos como si fuese una nave extraterrestre, y se disfrazarán de lo que gusten como si estuviesen en el depósito de un circo urbano.

El descubrimiento de un nuevo amor, la soledad, la aceptación por ser distinto y el trabajo en equipo, conviven en este film musicalizado por el grupo Miranda!